Belén Alvite. | Daniel Espinosa

Belén Alvite es la directora del centro de prevención de conductas adictivas, CEPCA, que ha elaborado, junto con un equipo de 34 profesionales, el programa SEXTIMA!, que trata sobre la educación afectivo-sexual de los adolescentes.

—¿Qué es lo que más les ha llamado la atención en la realización del estudio para el programa Sextima!?

—El papel de la familia en la educación afectiva de sus hijos. De cada 100 familias hay 35 que no hablan de sexo con sus hijos y esto nos parece muy importante. Parece que vivimos en una sociedad en la que el sexo ya no es un tabú para nadie y, sin embargo, lo cierto es que no se habla de según qué cosas. Hemos cruzado los datos de los chicos que no hablan con sus familias y lo que nos ha salido es que, precisamente, son estos los que usan menos y peor los métodos anticonceptivos, con lo cual pensamos que el papel de la familia aquí es muy importante. Hay algo que tiene que ver con formas de vivir y las formas de vivir las aprendes en casa.

Uno de los objetivos del programa Sextima! es retrasar las relaciones sexuales. Cuando les hemos preguntado a los chicos sí sus padres hablan con ellos para retrasar sus relaciones sexuales, en muy pocas ocasiones utilizan este argumento. No se si porque creen que está fuera de moda o trasnochado, pero yo creo que es importante decirles que hay que retrasarlas para sentirte mejor psicológicamente. Es curioso que no hablen de ello.

—¿Cómo trasladáis a los padres esa necesidad de que den más información a sus hijos?

—Nosotros trabajamos mucho con escuelas de padres, sobre todo en primaria, pero también hay algún centro de secundaria que nos pide colaboración. Lo que ocurre es que suelen venir padres que están muy motivados por el asunto y son los que menos lo necesitan, porque están revisando constantemente las relaciones. Para nosotros la publicación en los medios de comunicación del estudio es importante para que la sociedad y también los otros padres estén informados.

—Y con respecto a las prácticas sexuales de los adolescentes, ¿algo que resaltar?

—Lo mas importante es que no saben diferenciar entre anticonceptivos y métodos de prevención de enfermedades de transmisión sexual (ITS). Nos ha hecho darnos cuenta que hay veces que les damos mucha información de la oferta que hay en el mercado, pero esta información no es valida para ellos. Ellos deberían utilizar siempre un doble método porque los cambios en la parejas en estas edades son lo frecuente. El preservativo tiene que estar siempre como método barrera.

—¿Qué diferencias hay entre los alumnos de 2º y 4º de la ESO?

—Sabíamos que en 2º iban a ser más inactivos. Los de 4º tienen más información pero sus prácticas de riesgo aumentan. Pensamos que es porque se confían. La marcha atrás aparece más en 4º. Pero en general tiene más que ver en cómo viven ellos su propia sexualidad.

—Y por géneros, ¿qué diferencias hay?

—Aparecen todos los tópicos en cuanto al género en el estudio. La escuela tiene que hacer una revisión bastante profunda del tema de la igualdad que no lo tenemos hecho. Con nosotros se puso en contacto este año pasado el Instituto de la Dona, porque desde el Ministerio se daba formación para al profesorado para elevar la percepción en los centros de secundaria. Solo hubo un centro al que le interesó. Ha sido el único interesado en toda Baleares. Yo obligaría al profesorado a tener formación en igualdad de género, porque sino tenemos muchas cosas asumidas y normalizadas que no son. Este tema del machismo se ve en el estudio. Los padres hablan mas de anticonceptivos con ellas que con ellos. Solo un 10% de las chicas dicen que no tienen miedo respecto al sexo por un 30% de los chicos. Además, la gráfica de los sentimientos a mi me da pena porque tengo una hija adolescente. Ellos se sienten felices, satisfechos, con placer, alegres. Ellas tienen miedo, insatisfacción, culpa y tristeza. Sobre todo esto tiene mucho que ver con la percepción de la familia. Todos estamos operando con pequeños micromachismos, no hechos con intención, el profesorado también y yo también, y tenemos que ser conscientes de ello.

Me llamó la atención la homofobia, porque pensamos que tenemos unos centros en los que todo el mundo cree que hay una educación igualitaria y que se puede expresar la sexualidad y no es verdad. Un joven que sea adolescente lo vive con mucha ansiedad porque el discurso que ve alrededor son palabras que lo definen mal. Además no hay servicios específicos para encargarse de estos temas, como lo hay en otros casos. La suerte es que ahora en internet hay muchas plataformas que les pueden ayudar.

—Hablando de internet, ¿cúal es su papel en la sexualidad de los adolescentes?

—La preocupación nuestra estaba en cúal es la necesidad de notoriedad que tiene el adolescente delante de sus grupos, que no les preocuparan fotos o vídeos en situaciones comprometidas. Esa necesidad de notoriedad a veces coincide con perfiles de chicos o chicas muy vulnerables. Pero también yo me he dado cuenta que lo viven de una manera diferente a como lo vivimos los adultos. Los adultos tenemos una percepción diferente de nuestra intimidad, de nuestro derecho a la imagen, lo tenemos mas interiorizado y no nos gusta que según que gente haga según que cosas. A ellos les parece lógico, no les importa. Los conceptos de intimidad han cambiado muchísimo. Hay un perfil de chicos muy vulnerables en internet y eso queremos que lo entiendan. Esos delitos que se cometen bastante le ocurren a cualquier chico. Nosotros aquí nos enteramos de historias muy feas, hay pocas pero las que hay no son bonitas e implican falta de control por parte de las familias. Hay niños y niñas que tienen perfiles en facebook, que incluso se los han abierto sus padres y hay que hacer reflexionar a los padres sobre este tema. Con el what´s up ocurre exactamente igual.

—¿En el estudio también se habla de la pornografía como método de aprendizaje en la adolescencia. Cómo incide en su educación?

—Les preguntábamos si utilizaban la pornografía como fuente de información y un 27% de chicos y un 4% de chicas lo hacían. Ahí fue donde dijimos que hay un problema. Yo ya había leído algún estudio que alertaba de la dificultad de las primeras relaciones. He vivido algún testimonio en el que el chico se sentía muy mal porque la chica no lo insultaba y algunas chicas a las que el chico les había dicho algunas cosas tan fuertes que se habían asustado. Esto trae decepciones a más de uno y problemas para tener una vida sexual sana.

—¿Cúales han sido las conclusiones más importantes del programa SEXTIMA!?

— Lo más importante es darnos cuenta que trabajar en red supone mejorar la eficacia de los programas. No necesitábamos más dinero. Aquí lo único que hicimos es sentarnos todos los profesionales que hablábamos de sexo, organizamos y coordinarnos. Y resulta que estamos haciendo un buen programa. Un programa que está atendiendo al 100% de la población y que no ha supuesto más dinero ni mas personal. En un entorno como Eivissa, poder trabajar en red hace que se creen mejores sistemas de protección de los menores.

Otra conclusión es que los adolescentes son sexualmente activos y que necesitan que los orientemos sobre como van a vivir su propia sexualidad, que va a depender, en gran medida, de que nosotros como familia les transmitamos que tengan una vida sexual sana.

Por otra parte, la necesidad que tienen los adolescentes de acceder a los recursos y de que estemos allí es muy importante. Por ejemplo, el trabajo que se hace desde la Unidad de la Mujer, que cada martes por la tarde atiende a alrededor de 40 adolescentes. Yo creo que esto debía ser un servicio no solo para la mujer, porque cada vez acuden más parejitas, y que ellos tuvieran más disponibilidad de horarios y puedan acceder y utilizar los recursos por su cuenta, sin tener que contar con la familia.