María Teresa Gregorio Roig, ibicenca de 47 años y un sueño en la vida: ser madre. Hace 10 años esta mujer empezó los trámites para acceder a una adopción. Lo intentó en Nepal, China y Rusia. Estuvo a punto de obtenerla pero un cambio de la legislación rusa se lo impidió. En 2013 contrató un programa de gestación subrogada. El 7 de julio de 2015 nació Karla. Han pasado ya más de ocho meses y Teresa y Karla están atrapadas en una maraña administrativa que les impide regresar a Eivissa.

—¿Su historia es la de un sueño convertido en pesadilla?
—Más que una pesadilla, un calvario. Yo quería ser madre y al no poder tenerlo biológicamente, hace diez años me puse manos a la obra para conseguir una adopción. El periplo arranca en 2006. Lo intenté en Nepal, China y Rusia. Tuve que ir cambiando ya que los países ponían trabas al hecho de ser monoparental.

—¿Cuándo decide abandonar el camino de la adopción?
—En 2013. Estaba en Rusia tramitando el visado y me encontraba a un paso de acceder a la adopción, pero cambió la legislación y prohibieron la adopción para monoparentales.

—Se cierra la puerta de la adopción pero usted no desiste, no renuncia al sueño de ser madre...
—No. Lo llevaba persiguiendo desde hace muchos años y se abrieron otras vías. Estando en Rusia, en diciembre de 2013, conocí a través de internet la posibilidad de la maternidad subrogada. Me informé mucho y me puse en contacto con una agencia que me pareció seria. Contraté sus servicios para cerrar todo el proceso. Tuve que desembolsar unos 80.000 euros para sufragar todo lo que conlleva: una donante de óvulos, trámites, abogados...

—¿No se le planteó ningún tipo de duda?
—Yo sé que en España la gestación subrogada no está reconocida pero me asesoré y jamás pensé que me pudiese pasar lo que nos está pasando.

—¿Y cómo se desarrolla el proceso?
—Un día te llaman y te comunican que ya han encontrado un donante. Se analizan las características, seleccionan el semen y después el vientre. Una vez comprobado que se cumplen todos los requisitos ya es cuestión de fechas.

—Y llega el 7 de julio, el día en que tu sueño está en tus manos...
—Sí. Karla nació a las 19.45 horas. La primera vez la vi a través de un cristal. Tuve que hacer infinidad de gestiones para verla al día siguiente y de allí marché a seguir con el papeleo. El día 10 recogí el certificado de nacimiento en Moscú y con este documento regresé al hospital y recogí a Karla.

—Hasta ese momento todo iba según los planes, ¿cuándo empiezan las trabas?
—El problema surge en el momento que voy al consulado y solicito la inscripción de Karla María Gregorio Roig en el registro de nacimientos y un salvoconducto para volver las dos a casa, a Eivissa.

—Y desde entonces ya han pasado más de ocho meses...
—Sí. Una pesadilla. La burocracia es muy lenta y la situación se demoró más por las fechas. El 27 de julio entregamos nuevamente los papeles y el 30 ya me lo habían denegado dos veces. Consulté a los abogados y me dijeron de llevar el caso ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Y así nos plantamos ya en septiembre porque agosto es un mes inhábil.

—Y mientras tanto las dos solas en Moscú.
—Yo tengo claro desde el minuto cero que de Moscú salgo como mi hija Karla. Ahora no hay marcha atrás. Hemos llegado hasta aquí y de aquí saldremos.

—Pero con el paso del tiempo la situación será cada vez más difícil de llevar...
—El día a día es muy duro. Salgo para comprar la comida y pañales. Dos veces por semana si hace buen tiempo llevo a Karla a un parque y regresamos a casa. No hay muchas más opciones en Moscú.

—La situación se ha enquistado y ahora tienes que hacer frente a unos gastos que no entraría en tus planes...
—La situación que vivo ya es límite. Pago unos 1.000 euros por el alquiler del apartamento donde estamos y a ello hay que sumar lo necesario para poder vivir las dos.

—Y a ello se suma la enrevesada situación en que estáis las dos...
—Actualmente estoy en situación irregular. Al principio obtuve un visado por tres meses y lo renové una vez. Hoy en día estoy totalmente irregular. Mi miedo es que me cojan y me obliguen a abandonar el país sin mi hija. Es una situación muy surrealista porque yo soy ilegal en Rusia y Karla no es rusa. Lo que tengo muy claro es que yo no puedo abandonar a mi hija. Si me echasen no podría volver a entrar a Rusia en un periodo de 5 o 10 años y mi pequeña iría a parar a un orfanato.

—Una situación muy dura...
—No quiero ni pensar en esa tesitura. Lo que estamos sufriendo tiene una solución: la inscripción de Karla María en el registro civil y darnos un salvoconducto.

—Pero desde el Consulado en Moscú ya os han transmitido en reiteradas ocasiones que no es posible...
—Nosotros hemos entregado la sentencia de la Federación Rusa en la que se indica que Karla María es mi hija. Esta sentencia también la hemos aportado ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Creo que hemos hecho todo lo posible. Ahora esperamos una resolución y confiamos que sea urgente porque la situación lo requiere.

—¿Entiendes que la ley os ampara y que todo el proceso fue regular?
—Únicamente pido lo que es justo. En Rusia, Karla María es hija mía a todos los efectos. Tengo un certificado de nacimiento. La madre gestante renunció a ella y el juez ruso que revisó toda la documentación dijo que no existe ninguna irregularidad.

—¿El problema radica en la legislación española?
—Podría ser, pero la realidad es que existen otros precedentes que me dan la razón. España firmó en su día un convenio internacional que suponía facilitar salvoconductos a familias en la misma situación en países como Estados Unidos o Grecia. Atendiendo a todos esos antecedentes, alguien está vulnerando el convenio de La Haya que obliga al reconocimiento recíproco de los certificados de nacimiento.

—Vuestra situación se sigue atentamente desde Eivissa y se han puesto en marcha varias iniciativas para lograr una solución.
—Estoy muy agradecida porque se que hay mucha gente conmigo, familia y amigos pero también iniciativas políticas. El Grupo Popular ha llevado mi caso al Parlament para reclamar la inscripción urgente de Karla en el registro civil y darle un salvoconducto.

—¿Ves cerca el final del túnel?
—Ya no sé que pensar. Deseo que la solución llegue pronto porque esto ya se hace insostenible. Eso sí, tengo claro que la solución pasa por regresar a casa, a Eivissa, con Karla en mis brazos. Ahora ya no hay marcha atrás.

LA NOTA

La inscripción en el registro, el primer paso para regresar

La inscripción en el registro civil es la puerta para la obtención del salvoconducto. Aquí radica la principal traba administrativa que se está encontrando María Teresa Gregorio Roig.

Las gestiones llevadas a cabo por la empresaria ibicenca han encontrado siempre una respuesta negativa por parte del cónsul en Moscú. Ante esta tesitura, María Teresa hizo un llamamiento al embajador español e incluso hizo un llamamiento al ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo.

María Teresa no pierde la esperanza y mantiene que, «tarde o temprano», España tendrá que legalizar la maternidad subrogada».