«Es terrorífico. Lo del martes me mató en vida. Cuando vi que la cartulina con el número 96 elevaba la cifra por encima de los 30.000 euros me vine abajo». Son palabras de Josep Prats, al que muchos conocen como ‘Pep, el de Cala Carbó’ porque allí ha pasado más de media vida.

Prats, de 72 años, no entiende el anhelo devorador de Mahy Marrero, el empresario canario procesado por narcotráfico, y tampoco comprende la actitud mantenida por el alcalde Josep Marí Ribas Agustinet. «No entiendo como un alcalde que dice defender la política social adopta decisiones que van en contra del pueblo y sus gentes», lamentó.

Este vecino de Sant Josep llegó a Cala Carbó en 1975. «Antes estuve en ses Salines. Buscaba un sitio tranquilo y llegué aquí con una concesión administrativa de Costas».

Tras 40 años «cuidando y mimando» este rincón de la costa de Sant Josep, Prats tendrá que recoger y almacenar sus hamacas.

La subasta

«Cuando empezó la subasta no pensé que el canario pujase por playas como Cala Carbó o es Codolar», apuntó al PERIÓDICO de IBIZA Y FORMENTERA Josep Prats, quien lamentó el hecho de que en la adjudicación de los lotes no tuviese ningún valor la antigüedad o el arraigo.

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«Sinceramente creo que la subasta fue un desastre para todo el pueblo. Nosotros ofrecíamos un servicio completo. Poníamos las hamacas y las sombrillas pero también manteníamos la playa en condiciones desde primera hora de la mañana», argumentó Prats. Añadió que es imposible obtener beneficios con las hamacas al precio que se pagó el martes y más complicado todavía cuando se trata de un licitador nuevo que parte de cero. Este es el caso del empresario canario que reventó la subasta dispuesta por el Ayuntamiento de Sant Josep. «No quiero pensar cuál es la finalidad de este hombre pero entiendo que no puede ser nada bueno para la isla», apostilló.

Josep Prats desconfía de las intenciones de Mahy Marrero y denuncia la actitud que está manteniendo el alcalde josepí. «Agustinet ha hecho daño a mucha gente. Ha quedado marcado para toda la vida. Parece que sea el último año de su mandato y la gente se ha dado cuenta que mira más por sus intereses que por los del pueblo», indicó Prats, quien recordó que Agustinet se reunió con ellos hace meses y les aseguró que el anterior modelo de licitación era bueno.

Cala Carbó

Josep Prats se emociona cuando piensa lo que era y lo que puede ser Cala Carbó. Recuerda que en 1975 trajo 22 camiones de arena porque la cala era de còdols. «Pedimos permiso y mejoramos el camino. El 24 de junio abrimos el chiringuito. Vendíamos Coca Cola a 10 pesetas y la gente disfrutaba porque no eran clientes, eran como de la familia». Años después trajo un barco con 900 metros cúbicos de arena. «Para mí, la concesión implicaba cuidar y mimar la playa», apuntó Prats, quien en 2012 se adjudicó su última concesión a razón de 9.000 euros por temporada.

En este sentido, Vicent Costa, responsable del restaurante Can Vicent, comparte las críticas hacia la subasta a mano alzada y no augura nada positivo con la concesión a Mahy Marrero de los dos lotes de playas y hamacas de Cala Carbó.

«La gente que viene aquí nos conoce desde hace años y viene porque sabe qué les ofrecemos y cómo de cuidada está la playa, las hamacas y los servicios que se dan. Es una cuestión de confianza», destacó Costa, quien lamentó los días que está pasando su amigo Prats.

«Lo peor de todo es que la temporada ya está aquí y no sabemos cómo se va a resolver todo este lío», señaló Costa.