Desde que descubrió su pasión por la música tuvo claro que quería ser trompetista y vivir de ello. Sin embargo, por su fisonomía querían que se dedicara a la tuba, «pero a mí no me gustaba porque siempre quise tocar la trompeta», declara Toni Pons, profesor de la Escuela de Música Can Blau.

Pons nació en un pueblo de Alicante hace 37 años y empezó a estudiar música con apenas 8, gracias a que una vecina le regaló un piano pequeño y le animó a apuntarse a clases. De ahí en adelante, reconoce que su única meta fue convertirse en músico. «Me gustó y además tuve un profesor muy bueno que me motivó mucho».

Así, comenzó tocando un fliscorno viejo y más tardé se inició con la trompeta. En cierta manera, puede ser que su feeling con este instrumento viniera provocado por el hecho de que era el que tocaba su profesor y por ser uno de los más populares en las bandas. «La trompeta es un instrumento más técnico, que requiere aire de embocadura; no tiene tantas teclas como el clarinete, por ejemplo, pero tienes que afinar bien, es diferente». Después, su formación continuó en el conservatorio de Alicante, para proseguir con el grado medio, superior y un posgrado en París, donde terminó lesionándose por tocar sin respetar las horas de descanso necesarias. «Tocábamos 8 horas diarias y supongo que fue el practicar tanto sin planificar bien los descansos a nivel muscular, lo que me terminó lesionando».

Lo que empezó como una molestia fue progresivamente aumentando hasta perder la resistencia y los agudos. Terminó siendo diagnosticado de una elongación de larga evolución en el labio superior, lo que significa que el músculo no era capaz de volver a un estado de relajación después de estirarse. Algo que le obligó a estar un año sin tocar, luego otro año con electro estimulación y después empezar de cero en un proceso muy largo. «Intenté volver, al principio solo podía tocar 5 minutos, me tuve que mentalizar. Es duro coger un instrumento al que le has dedicado tanto tiempo y sentir que tienes que empezar de nuevo».
De esto ya han pasado 17 años, aunque tardó bastante en recuperar la técnica. Por ello, reconoce que fue un duro proceso también a nivel psicológico, porque «lo que siempre has hecho ya no lo puedes hacer, ya no puedes decirle a nadie que eres músico, no lo puedes demostrar». A pesar de todo, en ningún momento se planteó abandonar la trompeta o cambiarla por otro. «Mi objetivo era volver a tocar el instrumento que ya sabía».

Llegada a Balears

Después, volcó su vida en la enseñanza de Secundaria, razón por la cual terminó llegando a Balears. «Primero estuve en Mallorca y aunque me gustó era muy grande para una persona como yo que siempre había vivido en un pueblo. Así que luego fui a Formentera, que me encantó aunque tiene sus limitaciones». Finalmente, Eivissa era la única que le faltaba por probar y la que más le gustaba porque tenía el tamaño intermedio idóneo. «Quería estar aquí y justo hace 9 años me ofrecieron un puesto en Can Blau y me vine».

Empezó como jefe de estudios cuando la escuela de música sólo llevaba un año en funcionamiento, por lo que reconoce que fue muy complicado también empezar de cero. «Aquí no había tradición de escuela de música y los padres pensaban que era una actividad escolar más, pero requiere de esfuerzo y dedicación. Que la gente se mentalizara y entendiera, costó, pero siempre hubo mucha voluntad hacia la música y poco a poco ha ido creciendo mucho».

Siete años pasó ejerciendo ese cargo, aunque ahora está centrado en sus clases de lenguaje, conjunto instrumental, trompeta y tuba. Además dirige la banda de Sant Josep y toca en la de Sant Antoni. «Hay muy buen ambiente musical en la isla ahora mismo; hay cuatro bandas, escuelas de música, formaciones de cámara... En esta década se nota que ha venido más gente profesional y que ha habido una evolución musical importante».