En Platja d’en Bossa, uno de los enclaves turísticos más importantes de la isla, se produce cada inicio de temporada un hecho cuanto menos curioso. La gestión y limpieza del amplio litoral la desarrollan casi a partes iguales los municipios de Eivissa y de Sant Josep. El hotel Algarb es la frontera artificial de ambos tramos de playa y la diferencia entre ellos, a día de hoy y con la temporada ya iniciada, es más que notable.

Mientras las máquinas y las brigadas de limpieza de Herbusa entraron hace semanas en el margen custodiado por Sant Josep, donde el saneamiento del arenal sí atrae a sus visitantes, en el tramo de Vila ha comenzado con 17 días de retraso el servicio de recogida de residuos en las playas de la obsoleta Cespa-Ferrovial.

La zona de Platja d’en Bossa que conecta con ses Figueretes presenta todavía una importante acumulación de posidonia y de basura que está dificultando el inicio de la actividad por parte del servicio municipal de hamacas y sombrillas y que genera preocupación entre vecinos, restauradores y hoteleros de la ribera.

Tampoco es la mejor estampa para la multitud de turistas que ya veranean en el litoral con más proyección de la isla y cuya máxima prioridad, más allá de la conservación de la fundamental planta acuática, es el óptimo estado del lugar en el que van a plantar su toalla.

Cabe recordar, además, que se están acometiendo inversiones millonarias en establecimientos hoteleros de la zona, mientras los paseos marítimos y espacios públicos presentan un importante deterioro. El sector turístico exige más implicación a las administraciones, pero desde el Consistorio recuerdan que están atados de pies y manos en lo que a gasto público se refiere, entre otras cosas por la Ley Montoro.

La concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Eivissa ha habilitado por primera vez un espacio en el barrio de Can Misses donde depositará la posidonia que va a ser retirada estos días de las playas del municipio, según informó este viernes el Consistorio dirigido por Rafa Ruiz. Sin embargo, los trabajos han sufrido un importante retraso y los resultados se perciben a simple vista.

Retrasos

Según ha podido saber esta redacción, la transferencia de la gestión del servicio de limpieza y recogida de residuos, que se hará efectiva a mediados de junio a favor de la empresa Valoriza, ha provocado alteraciones en la fecha de inicio de la actividad de los empleados encargados de la limpieza de playas.

En lugar de comenzar la temporada el 15 de abril, como cada año, lo han hecho el 2 de mayo. A este retraso en la puesta a punto del litoral de Vila se une la escasez de efectivos con que cuenta la contrata. Sólo tres trabajadores temporales repasan las playas del municipio, mientras que la única excavadora alquilada ha empezado recientemente por Talamanca, y en los próximos días acometerá los trabajos en ses Figueretes y, por último, en el tramo de Platja d’en Bossa. Y el turismo no espera.

En una reciente reunión los hoteleros de la zona le trasladaron al Ayuntamiento su preocupación por el estado tanto de las playas como de los paseos marítimos, en especial el de ses Figueretes, y pidieron que se subsanen los desperfectos que acumula la rambla y se retiren las algas del litoral. A primeros de junio volverán a sentarse para analizar la situación de cara a la implantación de la nueva empresa de limpieza, que prevé duplicar los efectivos para mejorar el servicio en una zona que quiere florecer, pero a la que le faltan cuidados.

LA NOTA

El abrupto final del paseo marítimo y una rampa de acceso impracticable

El paseo marítimo de Platja d’en Bossa, en el término municipal de Vila, acaba de forma abrupta junto al Hotel Algarb. Para los turistas resulta casi inaccesible continuar su paseo por el litoral ya que la rampa de entrada a la playa está salpicada de obstáculos y quebrada por las rocas. Desde el servicio de hamacas denuncian que «es la playa más sucia de toda Eivissa» y que cuando llueve se forma un torrente de agua sucia que espanta a los visitantes, por no hablar del olor de la posidonia cuando aprieta el calor. A lo largo de más de dos kilómetros de playa sólo hay un operario municipal de limpieza, y el mantenimiento de los espacios y zonas ajardinadas es prácticamente inexistente.