La historia del ceramista Joan Planells, más conocido como ‘Daifa’, es la de un hombre hecho a sí mismo en el sentido más estricto de la palabra. Nacido en 1907 en una familia payesa, trabajó en oficios tan diversos como pastor, pastelero o incluso acompañante de un ciego que vendía lotería.

Pero su verdadero camino lo encontró de la mano de su padre junto al que empezó trabajar extrayendo arcilla delante del Cementeri Vell de Eivissa. Aprendió el oficio desde abajo, lo que le hizo apreciar el valor de la materia prima. El ceramista Antoni Ribas ‘Toniet’ fue uno de sus discípulos en la Escuela de Artes y Oficios y cuenta que ‘Daifa’ comprobaba que la arcilla estaba en perfectas condiciones introduciéndose un trozo en la boca. Si se pegaba a la lengua significaba que era absorbente y buena para trabajarla.

Desde su pequeño obrador en Can Clavos, se dedicó desde 1933 a fabricar todo tipo de objetos funcionales para la vida cotidiana de la isla. Durante la Guerra Civil, el ceramista permaneció escondido durante meses en un pozo cubierto por leña ante el temor de ser represaliado por las tropas franquistas.

Años después, con la ayuda de un alférez del ejército, ‘Daifa’ pudo retomar con normalidad su oficio y en 1951 abrió una nueva alfarería en Can Negre. Inaugurada la era del plástico, supo reinventarse y fue uno de los precursores de la cerámica artística ibicenca.

De hecho, fue capaz de crear su propia iconografía con obras de cargada simbología sexual de un estilo muy particular y expresivo que representaban diosas y máscaras muy ligadas a las ofrendas que los púnicos hacían a sus dioses.

‘Toniet’ destaca la sencillez y la austeridad de su maestro, con el que trabajó codo con codo durante 5 años en la década de los 70. En su época de aprendiz, ‘Daifa’ se limitaba a observarle y a corregir sus defectos diciéndoles que, llegado el momento, le daría las lecciones. Pasados unos cuantos meses, ‘Toniet’ le pidió los consejos que le prometió pero el maestro le respondió que ya no los necesitaba.

‘Daifa’ siguió trabajando en este oficio que se aprende con la práctica casi hasta su muerte. Cuando tenía 80 años y apenas podía caminar, sacaba todavía fuerzas para seguir impulsando su antiguo torno con el pie, moldeando la arcilla para hacer una pieza de gran tamaño.

El ceramista murió en 1992 y, como homenaje a su labor, el Consell d’Eivissa creó en 2005 el Premi d’Artesania del Fang Joan Daifa que se otorga cada año.

La época en que los utensilios estaban hechos de cerámica

El sector cerámico fue, hasta la implantación del plástico, el encargado de proveer todos los utensilios que se utilizaban en las casas ibicencas hasta mitad del siglo pasado. Desde los recipientes para alimentar a los animales hasta materiales de construcción pasando por todo tipo de menaje para el hogar, la gran mayoría de los objetos de uso doméstico estaban hecho de arcilla modelada con las manos o con la ayuda de un torno.

Cuando los hornos eran de leña, la cocción de las piezas se hacía con fuego vivo hecho con finas ramas que se tenían que quemar durante horas y enfriarse poco a poco. No obstante, la baja especialización de los talleres de Eivissa hizo que las piezas barnizadas como ollas, greixoneres o llibrells se trajeran de Mallorca o Valencia.

Después de un periodo de crisis originado por la introducción de la producción industrial y el abandono de los sistemas de vida tradicional, el número de alfareros ha vuelto ha vuelto a aumentar aunque ahora dirigen su producción al turismo y a la creación artística.