Los alumnos más pequeños disfrutan de talleres semanales de plástica, teatro, expresión corporal, entre otros. Foto: DANIEL ESPINOSA

Dicen que la manera más fácil de aprender a veces es jugando. La diversión estimula más a los niños e incentiva su interés por las cosas que estudian. En el CEIP Can Cantó han establecido un día a la semana en el que todo el colegio hace talleres, incluidos los más chiquitines. Los alumnos de infantil –P3, P4 y P5– se dividen en cuatro grupos a lo largo del año, para que se mezclen y aprendan a trabajar los recién llegados al centro con los que tienen un pie casi en primaria.

De esta manera, se organizan para que todos vayan pasando por las distintas áreas y se ayuden, a la vez, los unos a los otros. El taller de plástica es el primero que visitamos, en él están trabajando este curso al pintor valenciano Juan G. Ripollés, elegido por su profesora Joana. «Hemos decidido trabajar un pintor a lo largo de todo el año porque como es una sesión semanal, únicamente, pues es más fácil que lo recuerden que si es- tamos cambiando cada trimestre».

En este caso, su elección viene motivada porque Ripollés es muy colorista y tiene varias vertientes, que son las que llevan estudiando este curso. «Este tercer trimestre lo estamos dedicando a la escultura,

porque él también lo hace, por medio de volúmenes con plastilina. En el primero hicimos témperas, les daba un folio en blanco y ellos tenían que ir haciendo mezclas para llegar a colores y a cada uno le salía algo diferente. El segundo trimestre hicimos collage, con colores y los peces tan característicos de este pintor, que también pintaban con ceras o rellenaban con virutas».

De esta manera, se trabaja la evolución del artista mientras se potencia la creatividad de los pequeños.

«Al final se quedan con algo de todo lo aprendido y así lo relacionan con el artista, aunque siempre hay algunos más perfeccionistas y otros que acaban antes». Por eso, es importante que estén intercalados los de 3, 4 y 5 años para que los mayores, que por regla general terminan antes, ayuden a los pequeños.

Pasamos después al taller de baile y expresión corporal en el que Diana tiene dividida cada sesión en tres partes: «Primero les pongo ruidos, por ejemplo hoy los animales, para que ellos simulen cuál es y aprendan a identificarlos», más tarde llega el momento de los estilos musicales y las danzas apropiadas para cada uno –clásico, moderno...– algo que les revoluciona y todos se ponen como locos a dar saltos. «Al final cerramos el taller con una coreografía que tengo montada y que ellos imitan». Toca ahora el turno del taller teatral donde hay montado un decorado como de marionetas en que el que su profesora, María José, les cuenta cuentos que tienen que interpretar. «Hoy toca la Rateta boniqueta y la intención es que ellos dramaticen un poco, pero es complicado porque son muy pequeños», de hecho, la Rateta es una preciosa niña de 3 años, que con la máscara puesta ve pasar pretendientes por su lado que le piden la mano, aunque ella los rechaza. «Rateta, Rateta tu que ets tan boniqueta, no et voldries casar amb mi?», hasta que por fin, el maullido del gato conquista a la Rateta.

Por último, Olga, la coordinadora y profe del rincón de construcciones, está sentada en una colchoneta en el suelo, formando un círculo con todos los niños, mientras éstos dibujan. «Estamos pintando la Catedral de Vila, pero antes la hemos construido con material reciclable para aprender orientación espacial, grande, pequeño, arriba, abajo…». Así, además de concienciar a los niños sobre la importancia de reciclar conocen el municipio. «Muchos papás luego te cuentan que los pequeños identifican por la calle los monumentos patrimoniales que aprendemos en clase», concluye Olga.