Las administraciones, el sector empresarial y la sociedad ibicenca en general han vuelto a demostrar su determinación para cortar de raíz conductas que dañan la imagen de la isla, como las que promulgan programas como el reality Geordie Shore, la versión inglesa del repudiado Ibiza Shore que pretendía grabarse el pasado verano en territorio pitiuso.

La respuesta frente a ambas iniciativas, contundente e inmediata, nos engrandece. Nos sitúa como una sociedad consciente y firme frente a unos límites que no se de- ben sobrepasar, por mucha MTV que quiera venir a grabar. No consentimos que un grupo de jóvenes alocados desfase en la isla, y menos que se sirvan de nuestros pueblos y playas para el despiporre de miles de adolescentes seguidores de este formato.

Y bien está que lo denunciemos y tratemos de impedir. Ahora bien, ¿por qué no somos en Eivissa capaces de rebelarnos de forma tan categórica y enérgica frente a otras amenazas?

¿No son más dañinos para la isla los fondeos incontrolados sobre la posidonia, el impacto que generan las decenas de miles de vehículos que circulan por nuestras carreteras o las mafias organizadas que estafan en materia de vivienda y contribuyen a la escalada de los precios de los alquileres? ¿No deberíamos revolvernos ante la pérdida de poder adquisitivo y de derechos laborales?

Parece que solo cerramos filas cuando nos tocan el orgullo o cuando vemos invadidas nuestra intimidad y nuestra propia dignidad. Quizás nos guiamos por modas y pasamos de puntillas ante asuntos mucho menos vistosos; que quizás no copen titulares en la prensa rosa ni traspasen fronteras a través de Twitter.

Deberíamos hacer examen de conciencia y ordenar nuestras prioridades. Ejemplos como el rechazo unánime a estos realities shows o a otros desafiantes proyectos como el de las prospecciones petrolíferas deben servirnos para poner en relieve aquello que de verdad importa y defender con idéntica voluntad y determinación los intereses generales de la isla y sus habitantes. Solo así conseguiremos preservar nuestros intereses. Que se lo digan si no a los vecinos y comerciantes de Talamanca, cuya lucha y presión han dado al fin con la declaración de emergencia de las obras del nuevo emisario.