Los más pequeños, los alumnos de infantil de Can Misses realizaron una coreografía por curso.

Ayer se celebró la fiesta de final de curso en muchos colegios de las Pitiüses. Los más pequeños se enfrentaron a los nervios de sus primeras actuaciones en grupo, la mayoría caracterizados y con bailes para despedir el curso que ayer finalizaba y dar la bienvenida a las vacaciones. Los de 6º con el sabor agridulce que deja terminar una etapa para entrar en otra nueva: la del hasta ahora desconocido instituto.

Unos y otros lo celebraron con alegría, mucha música, grandes coreografías y padres atentos a no perderse la gran intervención de sus pequeños. También algún que otro llanto de emoción de los que abandonaban el centro para seguir avanzando.

En el colegio Can Misses comenzó la jornada con una pequeña graduación para los de Infantil de 5 años, que el curso que viene ya estarán en Primaria. Y después tuvieron lugar los tres bailes de los niños de 3, 4 y 5 años. Luego hubo tiempo para un almuerzo que compartieron padres, profesores y alumnos. Después tuvo lugar el segundo festival para 1º, 2º y 3º de la ESO y finalmente, los alumnos de 4º, 5º y la emoción de los de 6º en su graduación, con discursos y recuerdos para esta etapa.

La mayoría de los alumnos de 6º B de Can Misses irán al instituto sa Colomina, sin embargo, otros seguirán sus estudios en otros centros. Por ello, alumnos como Adrián Coll mostraron su alegría pero también tristeza frente al gran cambio que se avecinaba en su vida. Toni y Lía, por su parte aseguraban estar muy emocionados por haber acabado la Educación Primaria y comenzar una nueva aventura que en algunos casos suponía hasta algo de temor y en otros provocaba desgana y emoción por dejar a un lado la etapa que ha supuesto para ellos el colegio Can Misses. En todos los casos, mucha emoción y mucha ilusión hacia el futuro, todavía incierto para estos alumnos de 6º curso. Algunos aseguraban que se pasarían el verano estudiando, otros viajando, tiempo también para practicar aficiones como montar a caballo y alguno de ellos no tuvo problemas en confesar que se dedicaría a «hacer el vago».