Imagen de la calle dedicada a Jaume I, que discurre pegada a las murallas y el acceso al tráfico rodado a Dalt Vila. Foto: TONI ESCOBAR

Jaume I se convirtió en rey de la Corona de Aragón con tan solo cinco años tras la muerte de su padre en la batalla de Muret en el año 1213.

Rey de Aragón, conde de Barcelona y señor de Montpellier y rey de Mallorca y de Valencia, Jaume I empezó a hacer honor a su sobrenombre de ‘Conquistador’ a partir de 1225. Una vez al- canzada la mayoría de edad y después de imponerse a las diferentes rebeliones de la nobleza de Aragón, tomó el mando de sus dominios y lideró la expansión de la Corona sobre las tierras y las islas orientales de Al-Andalus.

La conquista de las Balears empezó en 1229 con la toma de Mallorca, de la que se pudo apoderar en pocos meses. En 1231, estableció un protectorado en Menorca y, el 8 de agosto den 1235, las tropas catalanas vencieron la resistencia de los sarracenos y consiguieron entrar en el recinto amurallado de Dalt Vila tras conquistar la almudaina.

Cuatro años antes, en 1231, el rey Jaume I firmó un pacto con Pere de Portugal para que este último conquistara las Pitiüses a cambio de que le cediera los derechos señoriales sobre las tierras del condado de Urgell. Este acuerdo obligaba a Pere de Portugal a conquistar Eivissa y Formentera antes de dos años, por lo que, acabado el plazo sin conseguirlo, el arzobispo de Tarragona, Guillem de Montgrí, recibió el encargo del rey para apoderarse de las islas.

Montgrí llegó a un acuerdo con el infante de Portugal y Nunó Sanç, conde de Rosselló, para conseguir su objetivo bajo la condición de repartir las tierras conquistadas de acuerdo con la cantidad de hombres y recursos que cada uno aportaba.

Dominadas las islas, Jaume I se centró a partir de 1232 en su siguiente objetivo: la conquista de Valencia. En este caso, convirtió las tierras conquistadas en un reino diferenciada unido a la Corona de Aragón, respetando sus usos y costumbres y estableciendo los Fueros de Valencia en contra de la nobleza aragonesa que pretendía prolongar sus señoríos en tierras valencianas.

Los últimos años de su vida tuvo que convivir con el fracaso de realizar una cruzada en Tierra Santa y con la rebelión de su primogénito, el infante Pedro.

Tras un reinado de 63 años, el rey Jaume I murió en Alzira (Valencia) el 27 de julio de 1276. La calle que lleva su nombre en Vila discurre paralela a las murallas como reconocimiento a los cambios vividos en la isla desde la reconquista.

Calle de Jaume I

Las leyendas que rodean la conquista de las tropas catalanas

La conquista de las tropas catalanas en Eivissa ha estado rodeada siempre de leyendas que nunca se han podido demostrar.

Según la tradición, las milicias consiguieron apoderarse de la isla porque pudieron entrar por una pequeña puerta que se abre al fondo de la actual capilla de Sant Ciríac. Por este motivo, este es el lugar donde el el Ayuntamiento de Eivissa decidió construir en 1754 este pequeño santuario donde cada 8 de agosto, día de Sant Ciríac, se celebra una procesión cívicoreligiosa para conmemorar la conquista.

Otra de las leyendas que más han arraigado entre los ibicencos es que la caída de la vila d’Eivissa se produjo con tanta facilidad gracias a una venganza amorosa. Según cuentan, un musulmán facilitó la entrada de las tropas cristianas como venganza hacia su hermano, un caudillo musulmán, quien supuestamente le había robado la esposa.

Algunos señalan incluso que abrió una ventana de su casa que daba al exterior de la muralla para dejar pasar a las tropas enemigas.