El repique de los tambores de la banda de música municipal unido al de las campanas de la Catedral de Eivissa ambientaron un día que está escrito en los libros de historia con el que se recuerda la conquista por las tropas catalanas de Eivissa el 8 de agosto de 1235. Antes de la hora señalada (11.00 horas) turistas, residentes e incluso autoridades municipales se congregaron en el exterior de la Catedral para intercambiar impresiones y recuerdos de este día.

La ocasión lo merecía y, engalanados, parte de las autoridades accedieron a la Catedral a través de un pasillo entre 20 banderas de las parroquias de la isla. A las 11.00 horas las campanas anunciaban que la misa oficiada por el obispo, Vicente Juan Segura, comenzaba. El fervor popular se hizo notar ya en el interior de la iglesia, donde no cabía un alfiler y algunos tuvieron que permanecer en el exterior de la misma sufriendo el calor abrumador.

«Agradezco la presencia del alcalde de Santa Eulària, Vicent Marí, el de Sant Josep, Josep Marí, el de Sant Joan, Antoni Marí, y de Vicent Torres, presidente del Consell d’Eivissa», agradeció el obispo, Vicente Juan Segura, al comienzo de la misa. Para los dos alcaldes ausentes el obispo no tuvo reproches ni alabanzas. Sin embargo, el obispo quiso recordar en su homilía que «las Pitiüses son islas con profundas raíces cristianas», así como que los pueblos de Eivissa y Formentera reciben el nombre de santos y la importancia del cristianismo en nuestra sociedad.

Entre quienes no siguieron el ejemplo de los alcaldes de Vila y Sant Antoni se encontraban el diputado y el senador del PP, José Vicente Marí Bosó y Santi Marí, la vicepresidenta socialista del Consell, Marta Díaz, las diputadas autonómicas del PP María José Ribas, Tania Marí y Sara Ramón, el diputado del PSOE Enric Casanova, los consellers del PP Mariano Juan, Belén Torres, Carmen Domínguez, Vicent Roig y Pepa Costa, los concejales del PP en Vila Virginia Marí, Pablo Garriz y Álex Minchiotti, el director insular de Turisme, Vicent Torres Benet, las concejalas del equipo de gobierno de Vila Estefanía Torres y Mariví Mengual, la delegada d’Educació, Margalida Ferrer, los consellers del PSOE Gonzalo Juan Ferragut y Pepa Marí, el director insular del Estado, Roger Sales, el director del aeropuerto de Eivissa, Roberto Llamas, y el president de Pimeef Restauració, Joan Riera.

Tras más de una hora de sermón, los congregados tuvieron la oportunidad de continuar rememorando la figura de Sant Ciriac con una procesión por las calles de Dalt Vila. Ornamentado con flores y ambientado con el fervor popular de turistas y residentes, la figura de Sant Ciriac volvió a tomar las calles para celebrar su hazaña de la conquista de Eivissa. Entre la muchedumbre decidida por seguir los pasos del santo, las advertencias por tener cuidado con la bajada de la Catedral se hicieron notar. Aun así esos peligros no imposibilitaron seguir sus pasos hasta la Capilla de Sant Ciriac y, más tarde, hasta el monumento de Montgrí.

Una vez en de la Capilla de Sant Ciriac, lugar por donde la tradición explica que entraron las tropas catalanas aquel lejano 8 de agosto, el obispo rezó unas plegarias y junto al coro interpretó el Te Deum.

LA NOTA

La festividad de la conquista de Eivissa se entremezcla con las ausencias políticas

Entre los turistas que se arremolinaron en el exterior de la Catedral, la mayoría de ellos señalaron que no sabían de que se trataba esta festividad pero que la misa les pereció «muy bonita». «Es la primera vez que vengo a esta fiesta y, a pesar de que me ha pillado por sorpresa destaco lo bien engalanada que está la Catedral», comentó al finalizar la misa el donostiarra de 79 años José Luis Iriarte.

Entre los residentes el decorado y ambiente de este día de celebración era un aspecto del que no dudaron en reconocer, pero parte de ellos no se olvidaron de la ausencia del alcalde de Vila, Rafa Ruiz, y el de Sant Antoni, Pep Tur Cires. Para Carmen Boned, de 76 años, y Carmen Porras, de 66 años, ambas residentes en Vila, «lo único que no le gustaron fue la ausencia de Rafa Ruiz». A pesar de estas ausencias, fueron la mayoría quienes prefirieron disfrutar de la festividad del Vuit d’ Agost.