Con prismáticos en mano, alrededor de 12 amantes de los flamencos se calzaron ayer por la mañana con ilusión y ganas de contemplar una estampa marina irrepetible. El lugar fue nada menos que el Parque Natural de ses Salines. La llegada de centenares de aves marinas a las aguas de ses Salines se convirtió en el atractivo de los exploradores que decidieron compartir viaje junto al centenar de flamencos en aguas de las Pitiüses.

Sin separar un ojo del ocular, parte de los excursionistas señalaron que era la primera vez que veían esta estampa. Como auténticos exploradores, Pere Serra y Guillem Planells, de 11 y 10 años respectivamente, estaban «ilusionados» de esta visita a ses Salines. No se perdieron ni un detalle de las aves marinas que habitan en la isla. Ajustaban el ángulo de sus prismáticos con tal de visualizar las características y su color rosáceo. «Le pediremos a nuestros profesores que nos traigan a ver otra vez los flamencos», señalaron orgullosos los más pequeños de la familia de excursionistas.

La convocatoria de este «día especial» está relacionado con la llegada en el mes de julio de las aves marinas. Una estancia que está marcada dentro de sus rutas, tras haber visitado anteriormente otros humedales para seguir reproduciéndose. Lina Torres, la educadora ambiental del Parque de ses Salines, informó a los visitantes que este paraje se trata de un ecosistema donde los «individuos» marinos encuentran la artemia salina. El alimento básico de los flamencos, además de convertirse en el bioindicador sensible a la contaminación. La presencia de esta supervivencia se debe, según la guía de la excursión, a la «buena conservación» de las aguas de ses Salines. «Este agua es pura y muy buena», detalló la bióloga del parque natural.

Nada más y nada menos que 895 flamencos han emigrado hasta el mes de julio en las aguas del Parque Natural de ses Salines. Así lo anunció la educadora del parque, quien además no dudó en señalar que se trata de un auténtico «récord». Nunca habían contemplado algo así. La mayoría de estas aves marinas, según Lina Torres, habitarán en este espacio natural durante «todo el año», mientras que otros emigrarán hacia lugares donde haya humedales como es el caso de Italia, norte de África, Doñana, sur de Francia y Valencia.

La Cigüeñela, el Tarro Blanco y el Chorlito Patinegro son las tres especies marinas que están reproduciéndose en los humedales de las Pitiüses. La importancia de la llegada de estos seres vivos radica en el respeto a la biodiversidad y el medio natural.