Las restricciones en el acceso de vehículos a Cala Salada, puestas en marcha este verano por el Ayuntamiento de Sant Antoni, podrían ampliarse a otras playas de la isla por los resultados «positivos» que ha cosechado este proyecto piloto, según desgranaron ayer el teniente de alcalde de la corporación municipal, Pablo Valdés, y la consellera de Mobilitat, Pepa Marí.

El Consell d’Eivissa y el Ayuntamiento de Sant Antoni consideran que la regulación del acceso a Cala Salada ha sido un «éxito» que debe extenderse a otras zonas de la isla, como las playas de Benirràs, ses Salines, Cala d’Hort y Cala Comte.

Ambas instituciones hicieron ayer balance del plan de regulación de acceso a la playa, una medida pionera en la isla, que ha consistido en la restricción del tráfico con barreras en el acceso y la puesta a disposición de microbuses desde la estación de autobuses y el complejo deportivo Can Coix.

Según Marí, «las medidas tomadas este año en Cala Salada no son reversibles y lo que hay que hacer es extenderlas a otros lugares». La consellera apuntó la posibilidad de que en el futuro el modelo de Cala Salada se extienda a playas como Benirràs, ses Salines, Cala d’Hort y Cala Comte, y señaló que el Consell acompañará a los ayuntamientos que propongan medidas en esta línea. Sin embargo, admitió que es una tarea «muy complicada» ya que en otros enclaves no existen complejos como el de Can Coix, que sirve tanto de aparcamiento disuasorio para vehículos como de base para los autobuses ‘lanzadera’. «Estamos en conversaciones con varios ayuntamientos, pero estos anuncios me gusta hacerlos de la mano de los ayuntamientos, no me gusta adelantar cosas», deslizó al respecto.

Sobre el caso de Benirràs, lamentó que «en un principio» el alcalde de Sant Joan, Antoni Marí ‘Carraca’, «no había puesto énfasis en utilizar el transporte público», aunque señaló que «hay un canal abierto con el ayuntamiento» para buscar «alternativas» a la problemática saturación de vehículos que existe en su acceso principal.

438 usuarios al día

Marí explicó que en los primeros 85 días desde que comenzó el servicio, en junio, se vendieron 37.250 billetes y que la media diaria ha sido de 438 usuarios. La jornada de mayor actividad se registró el 14 de agosto cuando se expidieron 1.184 billetes de ida o vuelta en un solo día.

La consellera también aportó cifras sobre el aumento de la utilización del autobús desde que el servicio se puso en marcha, con 1.431 billetes expedidos en la primer semana de junio, hasta la última semana contabilizada, la tercera de agosto, cuando se ha pasado a 6.465.

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«La gente, al final, sabe que a Cala Salada se va en bus», aseguró Marí, quien destacó que a los dos microbuses del inicio de temporada se tuvo que sumar un tercer vehículo por la creciente demanda.

Por su parte, Valdés recordó que es una playa de alto riesgo y que la regulación ha mejorado el tiempo de respuesta a las urgencias.

«El verano pasado hubo 12 incidencias muy graves en Cala Salada y el tiempo de respuesta en alguna llegó a ser de dos horas y media. Este año sólo se ha registrado una incidencia grave con un tiempo de respuesta de 13 minutos», informó el edil.

También explicó que la intención era poner en marcha este proyecto piloto y «aprender de las circunstancias que se dieran», que se mantendrá y mejorará de cara al año que viene.

«Si hay que señalizar o tomar otras medidas que minimicen las molestias, se hará», anunció Valdés, que avanzó que se estudian también otras actuaciones para regular los fondeos en el municipio de Sant Antoni.

El coste de la regulación de Cala Salada ha sido para el Consell de 15.000 euros en señalización, cartelería y en la impresión de 36.000 folletos informativos. A esta suma se debe añadir el coste del servicio de transporte, que «será inferior a lo estimado inicialmente» por el «éxito» de la iniciativa. Para el Ayuntamiento de Sant Antoni, el coste ha sido de 40.000 euros por gastos como la colocación de las barreras y la contratación de los controladores y el informador, entre otros.

LA NOTA

Valdés admite que se siguen produciendo conductas «incívicas»

El teniente de alcalde y concejal de Medio Ambiente de Sant Antoni, Pablo Valdés, reconoció que en el acceso a Cala Salada se producen conductas «incívicas» y situaciones «increíbles» por parte de conductores que no respetan la normas de tráfico. Valdés, que ha negado en diferentes medios que se hubieran producido colapsos de circulación en la zona alta del itinerario a la playa, admitió ayer que en un principio «no llegamos a ser conscientes de que muchísima gente estacionaría en otras zonas». Asegura que esta circunstancia ha hecho al consistorio «ir reaccionando de una manera casi inmediata» a las eventualidades. «He estado yendo a horas puntas, y evidentemente que hay coches mal estacionados, pero eso no supone un problema de accesibilidad», precisó. También indicó que gracias a medidas como la colocación de piedras y a la labor del informador y los controladores de acceso han remitido las molestias a los vecinos de la zona. Para Valdés, ante este tipo de molestias «prima el intentar evitar situaciones de riesgo».