Las Dalias se convertirá el próximo domingo en el escenario que por primera vez acoja a la albaceteña Rozalén en concierto. La cantautora pisó fuerte en su carrera cuando en 2013 sacó su primer disco Con derecho a... y fichó por Sony. Después llegaría Quién me ha visto... con el que se convirtió en nº1 de iTunes el mismo día de su publicación. Llena salas allá donde va y ha compartido escenario con Víctor Manuel, Aute y Miguel Bosé entre otros. Por todo ello, y pese a la intensidad de su momento, no duda en sentirse en una mujer muy afortunada, incluso «una niña mimada».

—¿Cómo está viviendo este momento de explosión, de tanto trabajo?

—Me siento profundamente afortunada, siento que es mi momento y que tengo que aprovechar la ola. Hay días de cansancio físico y mental, pero tengo mucha suerte. Intento aprovecharlo todo.

—¿Qué destacaría?

—Han sido un montón de cosas. Es surrealista. Que venga mucha gente a los conciertos es lo mejor que te pueda pasar, pero cantar con gente que admiras desde niña, eso es algo muy grande. Cuando canté con Víctor Manuel, con Aute, Celtas Cortos, Miguel Bosé o con Alejandro Sanz, eso es de coña. Ahí es cuando quizás yo siento más que soy como una niña mimada, que mucha gente daría mucho por estar donde estoy yo.

—¿Con quién más le gustaría cantar?

—(Risas). Pues ya por pedir, con Jorge Drexler que tengo buena relación, así que le tiraré la caña. Con Silvio Rodríguez sería un sueño, pero por pedir. También Calle 13, Martirio, Silvia Pérez Cruz, yo que sé.

—¿Cómo llega la música a su vida?

—Empecé a tocar la bandurria en la rondalla del barrio a los 7 años. A mi madre le hacía mucha ilusión que un hijo suyo tocara un instrumento y ahí me metió. Pero canto desde que hablo; yo era como la niña payaseta de la casa que cuando la gente venía a cenar yo cantaba o recitaba poesías. Luego vino la guitarra, empecé a componer con 14 años. Luego me fui a estudiar Psicología a Murcia y empecé a tocar en bares con los que pagaba mis cositas de la carrera. Después estudié Musicoterapia en Madrid y me hice todos los bares de allí.

—¿Por qué le acompaña una intérprete de lengua de signos?

—Yo nunca he tenido ninguna relación con colectivos sordos, pero conocí a Beatriz Romero en Bolivia, haciendo cooperación. En algún concierto la empecé a subir al escenario y veía la reacción de la gente y que todo sumaba. El concierto se convertía en accesible, es bellísima la lengua de signos, nosotras tenemos mucha conexión y me encarta compartir protagonismo con ella.

—Estudió Piscología y Musicoterapia, ¿qué hay de ello en sus canciones?

—Hay terapia siempre que hay música y te hace bailar. Es terapia para mí, cuando la escribo y la canto, y para quien la escucha también. Yo intento decir cosas que ayuden a vivir, intento que lleven un mensaje.

—¿Sobre qué le gusta cantar a Rozalén?

—Me gusta mucho utilizar el humor, me divierte. Me encanta cantar canciones que digan cosas importantes, muy intensas o que hablen de historia, de crítica social o de amor, pero cuando hay un toque irónico es muy divertido.