Abrió en 1975 y era una discoteca al aire libre. «No sé si la primera, pero sí de las macros, Es Paradís era una de las más grandes», recuerda hoy Juan Pérez Escribano, autor del libro Mamá quiero ser hippie sobre los años 80 y residente en la isla desde 1960, cuando contaba con un año de edad.

Para Pérez, «al principio no existía el concepto de los djs famosos que hay ahora ni de la música electrónica». Según sus palabras, «entonces el dj era un buen conocedor de todo tipo de música, en especial de la que ponía». Por ejemplo, en Es Paradís «sonaba todo tipo de rock o de lo que fuera, música variada».

Más adelante, quizás a finales de los 80, empezó esa corriente de música house y electrónica. Juan Pérez cree que, «puede que fuera en otra discoteca de Sant Antoni que se llamaba IBZ». Allí comenzó a llegar música británica, esa corriente house y de música electrónica, valora este ibicenco de adopción que se muestra convencido de que en aquel momento, «en Es Paradís todavía no sonaba esta música electrónica. Allí se empezaron a especializar en grandes grupos, pues su capacidad era muy alta con lo que contrataban agencias que les traían 1.000 personas, o más. Fue la primera en introducir grupos tan grandes».

Y para Juan Pérez aquel fue el momento en el que «los viernes y los sábados de la temporada Es Paradís estaba llenito de ibicencos, estábamos todos». Acudían «porque era una discoteca preciosa, que tenía un bonito jardín lleno de espacios para poder sentarte a charlar o bailar, con una arquitectura preciosa. Además era la más popular del momento, todos acabábamos en el mismo sitio». A Es Paradís iba gente joven, de 20 años, «pero también te podías encontrar a los de 40. El caso es que cuando cerraban todos los bares de Sant Antoni, la gente que trabajaba en los distintos locales de ocio luego se juntaba en Es Paradís a eso de las 3 o las 4 de la madrugada. Los que no trabajaban iban antes, pero todos acababan tomando copas allí», revive Pérez quien añade que, «los demás días se llenaba de extranjeros, pero los ibicencos íbamos los viernes y los sábados de verano, porque es cierto que en invierno íbamos todos a Pacha», reconoce.

La rutina en Es Paradís era como la de cualquier bar: la de beber y escuchar música. «La música no era estridente como la de ahora que no se puede hablar. Allí nos juntábamos en las barras, éramos todos conocidos, allí estaba todo el mundo y allí corría la bebida. La gente pedía una botella a las que le ponían el nombre y la tenías hasta que se acababa, hasta la semana siguiente o lo que durara». En aquellas fiestas solía estar el dueño de la discoteca, José Aguirre, que ahora tendrá más de 80 años. «Era una persona muy conocida de la noche, se reunía con todo el mundo», revive.

Y si hablamos de Es Paradís, mención aparte merece para este ibicenco su fiesta del agua, que se hizo famosísima en los años 80 y 90. «Recuerdo que era los viernes y que simplemente estábamos todos porque era algo divertidísimo además de muy popular. Todos, residentes y extranjeros, acabábamos en el agua».