Los restos de Josep Lluís Sert descansan tras una sencilla lápida del cementerio de Jesús. Seis meses antes de su muerte, el ya octogenario arquitecto, discípulo de Le Corbusier con fama internacional, fue diagnosticado de un cáncer de pulmón y, desde el primer momento, supo de su enfermedad y que le quedaba poco tiempo de vida.

Era el año 1983 y Sert residía de manera habitual en Estados Unidos, país al que se exilió cuando acabó la Guerra Civil española, pero tenía claro que quería reposar eternamente en una isla que pisó por primera vez en la década de los años 30.

Josep Lluís Sert conoció una Ibiza rural sin la huella del turismo y se quedó tan impresionado por las construcciones que descubrió en la isla que, a partir de ese momento, encontró el modelo a seguir para el GAT- CPAC (Grup d’Arquitectes i Tècnics Catalans per al Progrés de l’Arquitectura Contemporània), un colectivo del cual formaba parte y que fundó años atrás en la ciudad de Barcelona.

Sert definió la ibicenca como «una arquitectura sin estilo y sin arquitectos», unas construcciones geométricamente sencillas, «de una dignidad ejemplar, un reposo para los ojos y para el espíritu». «Todos sus elementos tienen la medida justa, la medida humana», señaló. Sus primeros edificios, sin ornamentos o elementos innecesarios, ya reflejaban a través de su color blanco y la profusión de luz

un inconfundible estilo mediterráneo. A partir de ese momento, el arquitecto incorpora esa manera de construir a sus proyectos mientras su prestigio como arquitecto sigue creciendo. Durante los años setenta, el arquitecto es testigo de la transformación de la isla y advierte de los peligros de introducir una nueva manera de construir que acabe con la armonía del paisaje ibicenco que se había mantenido intacta durante siglos.

Josep Lluís Sert es considerado uno de los arquitectos españoles más internacionales del siglo XX. En Estados Unidos creó junto a otros arquitectos el Town Planning Associates, un estudio que realizó varios proyectos urbanísticos, sobre todo en Latinoamérica. Tras ejercer un año de profesor de arquitectura en la Universidad de Yale, Sert fue nombrado en 1953 decano de la Escuela de Diseño de Harvard, universidad en la que se ubican algunos de sus proyectos más representativos: varios edificios que también reflejan la atmósfera mediterránea que le sirvió de inspiración a lo largo de buena parte de su trayectoria como arquitecto.

Calle Josep Lluís Sert

Edificios de escala humana basados en la arquitectura ibicenca

Seducido por la arquitectural tradicional ibicenca, Josep Lluís Sert intentó combinar en sus obras la esencia de la arquitectura rural con el uso de sistema de medida concebido por Le Corbusier que dotaba a los edificios con una escala humana. Su intención fue perpetuar un sistema de construcción con varios siglos de antigüedad y adaptarlo a los usos y necesidades del momento.

Tras idear varios proyectos que no llegaron a materializarse, su primera construcción en la isla fue la casa que hizo en Dalt Vila en 1960. Entre 1964 y 1969 construye, junto a Rodríguez Arias y Antoni Ferran, el conjunto residencial de Can Pep Simó en Cap Martinet, un total de seis casas unifamiliares, declaradas ahora Bien de Interés Cultural (BIC), basadas en la filosofía de la arquitectura tradicional ibicenca como construcciones abiertas que aceptan ampliaciones según las necesidades.

Sert también proyectó en la década de los setenta la construcción de un hotel en Cala d’en Serra que nunca llegó a acabarse y que permanece en ruinas desde hace décadas.