«Tengo una guardería enfrente de mi casa abierta desde las ocho de la mañana a las 15 horas pero no llego con mi horario y la de Can Misses abre desde las siete de la mañana hasta las 20 horas. En el hospital trabajo por turnos. Tener aquí la guardería es muy cómodo porque me llevo y traigo a la niña», dice Carmen Ordóñez, madre de Emma, un bebé de tres meses. Auxiliar de enfermería de la UCI de Can Misses, Carmen sigue de baja maternal pero ayer se acercó a visitar las instalaciones de la nueva guardería y ludoteca del hospital Can Misses, el centro Garrits, el último servicio concesionado a terceros que pondrá en marcha la Concesionaria Gran Hospital Can Misses.

«Esta guardería se ha hecho pensando sobre todo en nuestro personal», dijo Margarita Molina, jefa de sección de Hostelería del Área de salud y miembro de la Unidad de Seguimiento y Control del contrato con la concesionaria, acerca del servicio que se pone en marcha el lunes.

Está abierta a todo el público, pero han tenido preferencia los trabajadores del Área de Salud que pueden conciliar la vida laboral con la familia a un paso de su puesto de trabajo ya que se encuentra en la antigua cafetería del centro hospitalario. Ni rastro hay de la antigua cafetería, las instalaciones son nuevas, con ojos de buey en cada una de las salas para comunicarse entre sí y con servicio de cocina. «Es un concepto muy familiar. Es una guardería muy acogedora», dice Jessica Mangas, directora del centro, que presentó el proyecto a la concesionaria para llevar adelante la construcción y puesta en marcha del centro.

El centro cuenta con cinco aulas, dos de niños de edades comprendidas de dos a tres años, otras dos para niños de uno a dos años y la quinta es para bebés. Cuenta con 67 plazas, que se ofrecieron al personal del Área de Salud, ya que tienen preferencia sobre las plazas externas e incluso cuenta con un precio diferente. La Unidad de Seguimiento estimó que hay cerca de 60 hijos, menores de tres años entre el personal del hospital. Un total de 17 han sido ocupadas por trabajadores sanitarios y el resto son plazas externas. «La mayoría de las plazas están ocupadas y sólo quedan de dos a tres años, pero el resto se ha llenado», apuntó Molina. Destacó que el horario está adaptado «a las necesidades del hospital, con un precio especial para el personal». Precisó que «el hospital no va a pagar nada a la concesionaria, ni la obra tampoco; nosotros sólo hemos dejado la ubicación». Molina estuvo ayer acompañada de Joana Marí, trabajadora de la Unidad de Seguimiento, que se encargará de supervisar el trabajo de la concesionaria. «Es muy importante, ayuda a conciliar la vida laboral y familiar. Tienen a los niños al lado y se ha tenido en cuenta el horario de los turnos», destacó.