Lula Martins en una imagen de los años 80, creando el mural de la entrada que cambiaba cada año. En esta ocasión, inspirado en la Cueva de Altamira y el Paleolítico.

Vino a la isla para dos semanas y con viaje de ida y vuelta; pero su mujer y él, que llegaron desde Amsterdam, decidieron perder el viaje de vuelta. Sencillamente se enamoraron de la isla y quisieron quedarse. Fue en 1975 cuando se instalaron en una casa payesa de Sant Rafel, en la misma que todavía habitan 42 años después.

Lula Martins era pintor en Holanda y al llegar a Ibiza se encontró con un universo ya adormecido del momento tan afortunado que se había vivido en los años 70 gracias a galerías de arte contemporáneo, como la Ivan Spencer y, especialmente, la Carl van der Voort, en su histórica ubicación en un local de la plaza de Vila. En ese contexto Martins, una vez enamorado de Ibiza, supo que «hacer carrera como artista sería muy complicado en la isla». Su primera exposición en Ibiza tuvo lugar en una sala de La Caixa.

Fueron los años en los que dos empresarios de San Sebastián compraron el Club Sant Rafel para iniciar la era de la discoteca Ku. «Sucedió a finales de los 70 y vinieron con sus propios albañiles y decoradores porque no confiaban demasiado en las infraestructuras de la isla y con ellos realizaron una reforma extraordinaria y extremadamente costosa. Sin embargo, los inicios de esta discoteca fueron muy difíciles porque, pese a la gran inversión, no fue nadie durante los primeros años. El establecimiento estaba vacío de gente».

Lula recuerda que en aquellos años los artistas se juntaban en el Montesol, sobre todo a la hora del desayuno. «Allí por las mañanas circulaba mucha información sobre la cultura y el ocio de la isla». Y como los dueños de Ku lo sabían, concertaron una reunión con los artistas y la gente de la cultura de la isla. «Fueron a preguntarnos el motivo por el que no íbamos a la discoteca Ku, querían saber por qué no estaba funcionando el establecimiento pues tenían claro que algo no habían hecho bien». Entonces los artistas les explicaron que la isla en aquel momento tenía un carácter muy propio que no estaba identificado con esa decoración que había en la discoteca Ku. «Les dijimos claramente que de la manera en que estaba decorada la discoteca no iba a resultar porque, claro, es que las paredes estaban forradas con terciopelo y allí no nos sentíamos cómodos», relata el artista.

Según cuenta el conocido pintor brasileño, los propietarios de Ku les escucharon y «unos 6 artistas negociamos cambiar toda la decoración del Ku. Les dijimos que por el hecho de poder hacerlo estábamos muy contentos; que cobraríamos, pero precios muy normales y mucho más asequibles que los que había supuesto la reforma anterior porque nos gustaba lo que íbamos a hacer. La condición fue que nos dejaran libertad completa. Y así fue, hicimos lo que nos dio la gana».

Cada artista se ocupó de una barra, «a mí me tocó la de Brasil y en ocasiones el mural de la puerta y lo que surgió entonces fue incontable. Estábamos allí sin horario de trabajo. Entrábamos a cualquier hora y a lo mejor trabajábamos hasta las 3 o las 4 de la madrugada. Había gente poniendo música y por allí circulaban muchos porros, que en aquella época no estaban muy bien vistos».

Inauguración de 1980

El día que se inauguró la temporada de 1980 en la discoteca Ku, ya con las obras de los artistas de Ibiza «tuvo lugar la fiesta más bonita que se haya visto. Cada barra estaba decorada con el carácter del artista que se había ocupado. Estaba a reventar de gente, aquello fue mítico. También cambió el ambiente del local y el concepto, pues nacieron los puestos de masajes, tiendas y demás dentro del establecimiento. Los relaciones públicas cambiaron su visión y surgió como un mercadillo dentro de Ku». Lula Martins considera que ellos le dieron arte a Ku, que «la discoteca se convirtió en un templo de arte gracias a la aportación de los pintores y creadores de Ibiza porque había arte por todos los lados».