Vivir la fiesta de clausura del DC10 desde el dormitorio. Es lo que tuvieron que sufrir la noche del lunes al martes los vecinos de Sant Jordi y Platja d’en Bossa, incapaces de conciliar el sueño hasta altas horas de la madrugada a causa del elevado volumen que provenía de la fiesta de clausura de este local de la carretera de ses Salines, a más de dos kilómetros del lugar donde la mayoría intentaba dormir.

Pasada la medianoche, la Policía Local de Sant Josep recibió varias llamadas de vecinos quejándose por el exceso de ruido, por lo que los agentes se personaron en el establecimiento para que los responsables de DC10 pararan la música. Ante su negativa, los agentes les interpusieron una primera denuncia y, finalmente, a la 1.45 horas cesó la actividad musical en el la terraza exterior, donde no tenían permiso para celebrar una actividad extraordinaria.

Alrededor de las seis de la madrugada, la Policía interpuso una nueva denuncia, en este caso por incumplir la ordenanza de horarios, ya que este establecimiento tiene licencia de café-concierto, lo que le obliga a cerrar a las 5 horas.

Alberto Bonet, vecino de Sant Jordi, calificó de «inaceptables» las molestias causadas por el exceso de ruido de la fiesta. «Ha sido algo tremendo. Es increíble que la música llegue hasta aquí. Igual depende del aire pero se oyó todo», explicó ayer.

Maite, vecina de Platja d’en Bossa, lamentó la negativa metamorfosis que está viviendo la zona. «Las discotecas hacen lo que quieren», lamentó después de describir cómo retumbaba su habitación por el elevado volumen de la música.

Epi, residente en Sant Jordi, denunciaba también el ruido pero, matizó, «nada comparado con el cierre de Space». «Gracias a Dios esta ya es la última porque han cerrado todo», añadió.