María Luisa maneja su silla de ruedas con una cierta soltura en el patio del instituto de secundaria de Sa Serra. No lleva más de dos semanas con la nueva silla, pero ya tiene total dominio para moverse. Con un joystick incorporado, puede moverse sin apenas ayuda salvo con su mano derecha con el que acciona el mando de la silla. El izquierdo, como parte de su cuerpo, sufre los efectos de la parálisis cerebral que arrastra desde que nació hace 16 años. La anterior silla era manual y a las dificultades para que ella la pueda manejar, al usar sólo una mano daba vueltas sobre sí misma, se suma que le estaba causando problemas en su salud, «le estaba afectando a la espalda», dice Emma Torres, psicopedagoga y tutora de María Luisa en el aula UEECO (unidad educativa específica en centro ordinario) del IES Sa Serra. De su tutora surgió de la idea de que la niña necesitaba cambiar de silla y había que pedir una ayuda. «La silla de ruedas que llevaba no estaba adecuada a las necesidades que ella tiene porque el respaldo y el asiento era muy blando, le provocaba una postura corporal muy mala. Por sus limitaciones físicas solo puede utilizar la mano derecha y acababa siempre dando vueltas sobre sí misma, no se podía desplazar sin tener ayuda de nadie», explicó. Emma estuvo viendo cómo podía la familia acceder a una ayuda, pero las limitaciones económicas y la propia situación de la familia de la niña eran un obstáculo.

María Luisa vive en régimen de acogida con su abuela y su padrino en Sant Antonio. Una familia con dificultades económicas que no podía acceder a las ayuda de algunas administraciones oficiales, como el Consell, para cambiarle la silla. «Había que adelantar la mitad del dinero de la subvención y nosotros no podemos porque sólo trabajo yo», dice su padrino, Francisco José Molina. Emma decidió entonces ponerse en contacto con la Fundación Abel Matutes, a los que presentó dos presupuestos, una de doble aro y otra para una silla eléctrica, «optaron por comprarle la más cara; mostraron mucha empatía con la situación de María Luisa y dijeron que adelante», dice. Hace unas dos semanas le trajeron su silla nueva. «La reacción de María Luisa fue como empezar a volar ella sola, porque durante toda su vida ha dependido de profesores y de su familia para llevarla a todos sitios pero ahora puede llevarla ella. Le ha abierto el mundo a María Luisa. Ahora puede tener autonomía», dice Emma Torres.

«Ella puede moverse con la silla, no hay que empujarla como la otra. Con esta se va defendiendo y puede ir a la calle con sus primos, que antes no podía salir sola, pero ahora puede», añade su padrino.

A finales de mes es el cumpleaños de María Luisa. Pide un «móvil para ver novelas» pero, sin duda, ya ha recibido el mejor regalo de cumpleaños.