El anuncio de la ubicación del futuro albergue municipal en el antiguo retén de la Policía Local en la calle Vicent Serra i Orvay de Vila ha generado una clara división de opiniones entre vecinos y comerciantes de la zona. Mientras unos consideran que los inquilinos sin recursos de este edificio traerán problemas al barrio, otros prefieren esperar y muestran su lado más solidario por las personas que no tienen hogar.

Es el caso de Inmaculada Díaz, empleada de la vecina Carnicería M. Sánchez, para quien el lugar que se elija para ubicar el centro de acogida es indiferente. «Tenemos que ser solidarios y abrir la mente y pensar que la vida da muchas vueltas. Hay personas que, por circunstancia de la vida lo pierden todo como nos podría pasar a cualquiera», señala.

Firmas contra el albergue

Radicalmente contrario se muestra, en cambio, Toni Bonet, el propietario del bar Si Passi, situado justo enfrente del edificio. Explica que el «sentir general» del vecindario es de rechazo hacia el proyecto. De hecho, comenta que algunos vecinos se están movilizando para recoger firmas en contra del albergue y está convencido de que «acabará con todos los negocios». «Solo hay que ver cómo está el barrio de es Pratet (donde se ubica el actual albergue). Muchos negocios han tenido que cerrar. Han arruinado ese barrio y arruinarán este», manifiesta Bonet, quien cree que los usuarios del centro de acogida «mendigarán por fuera del edificio como han hecho siempre». La ubicación «más indicada», a su entender, sería la periferia de Vila, concretamente el barrio de Cas Serres.

«No es por despreciar a nadie pero tendrían que consultar antes a la gente del barrio», señala María, de la perfumería Refan Ibiza. Para ella, lo primordial es que las personas que se alojen en el edificio «tienen que ir limpias y no deben armar escándalo». Además, recalca que desde el Ayuntamiento de Eivissa se tiene que garantizar la vigilancia y establecer un horario para que los usuarios entren y salgan del albergue. «Si lo hacen, que lo hagan bien», afirma. De lo contrario, advierte, los negocios y los pisos de la zona «perderían mucho valor».

Sandra, de la tienda de juguetes Al·lots, no está en contra de la instalación del albergue pero muestra sus dudas: «En principio no lo veo mal pero depende de las personas que vayan a venir. Si viniera gente normal que no tiene un lugar donde dormir no habría ningún problema».

De la misma opinión son Toni Ribas, Toni Tur y Francisco Ribas, tres vecinos de la zona sentados en la terraza de una cafetería de la zona. Se muestran a favor aunque solo de momento. «Si después tengo que protestar, ya tendré tiempo», dice uno de ellos entre risas. Aseguran que hay que ser «solidarios» y «no hay que poner pegas» a la gente sin recursos. «En algún sitio tienen que estar», asienten.

Desde el área de Benestar Social de Vila, explican que el grado de aceptación entre vecinos y comerciantes es «bueno» en los primeros contactos que han mantenido. Ahora están estudiando la reubicación de Protección Civil y las aulas de formación que actualmente se instalan en el edificio.