Cinco años después de abandonar la militancia de ERC, el catedrático de lengua catalana y literatura en el IES Santa Maria, Bernat Joan i Marí (Eivissa, 1960), ofrece su particular visión de la situación política insular, nacional y europea.

—¿Hace bien el PSOE al abstenerse y evitar las terceras elecciones?
—Esta decisión, que le hará sufrir mucho al PSOE, en cualquier lugar normal del mundo sería habitual porque coaliciones con formaciones políticas de centroizquierda o centroderecha ha habido muchas en toda Europa. Pero aquí hay unos lastres y unas rémoras que hacen que sea muy difícil. Ximo Puig dijo que prefería un PP gobernando en minoría y débil dando por hecho que habría un PP fuerte después de las elecciones, que es discutible. Se ha marcado mucho la diferencia entre el PSOE que puede apoyar al PP, que es el de la España castellano–andaluza, y el PSOE que lo tiene más difícil porque ya tiene acuerdos con otras formaciones o que está en sitios donde la situación está tan encabritada, como en Cataluña. En Balears, en cambio, la presión de MÉS y Podemos les impide apoyar al PP. Para ellos es una posición muy compleja y difícil de negociar y que hubiera sido más llevadera si hubiesen sido flexibles.

—¿Cree que Rajoy agotará la legislatura o será incapaz de consensuar los presupuestos y otras leyes con las otras fuerzas?
—Creo que no acabará la legislatura. A pesar de que Rajoy es un tipo bastante apático y poco ejecutivo, que de momento le ha ido bien, lo tendrá muy difícil por la falta de cultura de entendimiento que hay entre el resto. No olvidemos que podría haber habido un gobierno progresista después de las primeras elecciones si Podemos hubiese querido. Hay partidos que piensan más en ellos, y no sólo lo digo por Podemos, que en el bien común. Por lo que si en vez de Rajoy fuese Obama, es posible que tampoco agotara la legislatura.

—¿El bipartidismo es cosa del pasado?
—Tiene pinta de ser cosa del pasado pero a pesar de todo continuará habiendo una tendencia al bipartidismo. En cierta manera, nuestro cerebro funciona por dicotomías: o esto o lo otro. Para mí, Ciudadanos podría ser un remake del PP un poco más moderno y centralista, mientras que Podemos lo podría ser del PSOE un poco más marxista y federalista. Es decir, los que están en la misma esquina se parecen. Ahora bien, hasta ahora estábamos acostumbrados a que los partidos catalanes y vascos actuaran de bisagra y este modelo sí que se ha acabado.

—¿Hacia dónde va España? ¿Cree que el sistema territorial de la España de las Autonomías tiene más recorrido?
—Creo que no se aguanta demasiado porque se hizo un sistema artificial en la Transición. Hubo lugares que no querían la autonomía pero que la acabaron teniendo por imposición estatal, podríamos decir, y otros sitios que querían más pero que quedó reducida también por imposición estatal. No creo que la autonomía en relación al Estado de Extremadura, Murcia o La Rioja tenga que ser la misma que la de las Illes Balears o el País Valencià por, entre otras, cosas somos diferentes en temas de historia, cultura, lengua o economía. Se hizo un Estado autonómico sobre una ideología que no es autonómica; en España hay pocos autonomistas.

—¿Qué parte de culpa tiene Cataluña de la situación del país?
—Cataluña la ha desencadenado pero el desencadenante ha sido el Estado, que ha ahogado económicamente a determinadas comunidades autónomas para hacer un reparto radicalmente injusto y que recorta competencias que ha aceptado que sean autonómicas. Con un Estado de estas características era imposible que Cataluña estuviera tranquila y, a pesar de ser un proceso muy profundo y complicado, se está comportando con un grado de tranquilidad extraordinario sin que el Estado no está dando una respuesta. El problema es que España no es capaz de repensarse a ella misma de una manera viable y se continúa como si estuviéramos en el siglo XIX y estuviésemos construyendo 200 años después el Estado liberal. Es una barbaridad.

—Uno de mis abuelos tiene más de noventa años y dice que está muy asustado cuando lee los periódicos porque le recuerda a la época pre Guerra Civil. ¿Tiene motivos para estar preocupado?
—Espero que no. Por suerte estamos en la Unión Europea y las reglas se crean en un ámbito más grande. El grado de virulencia que podría haber habido por la inestabilidad política en nuestra parte del mundo si no hubiéramos estado en la Unión Europea habría sido más grande. España puede dar gracias de estar en la Unión Europea porque por primera vez conflictos profundos como el territorial se tienen que resolver mínimamente con diálogo, mientras que en los dos últimos siglos y más atrás se resolvieron de forma violenta. En cambio, sí que tenemos que estar muy preocupados por todos los agentes que están debilitando a Europa. Tenemos los populismos de uno y otro signo, los nacionalismos que reclaman cerrar fronteras, los sectores que han animado la salida del Reino Unido de la Unión Europea... Fijémonos que son, en general, sectores autoritarios, tanto de izquierdas como de derechas, y que tienen apoyo desde fuera de Europa. Recordemos que (Vladimir) Putin ha ayudado tanto al Frente Nacional francés, que es de extrema derecha, como a la griega Syriza, que es de extrema izquierda.

—¿Qué le hace pensar que la UE podría ponerse del lado de Cataluña en este conflicto?
—Desde el mundo independentista hay muchas críticas a la actuación de la Unión Europea cuando yo creo que no lo está haciendo mal, basta con que no ponga palos a las ruedas y que cuando se plantee la cuestión de una manera más rupturista haga de puente, de facilitador del diálogo y que permita una salida no traumática de la situación. El hecho de que haya esta aparente apatía desde la Unión Europea lo valoro positivamente y que no va en contra del proceso planteado en Cataluña y que reafirma la forma de hacer europea, que en este sentido no está mal. Si como pasó en Escocia y un día hay un referéndum y sale la independencia, entonces la Unión Europea tendría que actuar y creo que actuaría. Mientras, si todo esto no pasa, que se meta por en medio la Unión Europea sería hacer crecer el conflicto que ahora no tendría ninguna utilidad para nadie.

—¿Qué sentido tiene Europa después del Brexit?
—Uf. El Brexit es el resultado de que el Reino Unido ya estaba un poco fuera de todo. Del mismo modo que digo que Cataluña ya hace años que se ha independizado y que ahora sólo falta saber cómo se produce, el Brexit ya se había producido. Lo que pasa es que los dirigentes británicos no lo querían reconocer. Sólo hay que ver que la gente votó en contra de lo que dicen los principales partidos. El Partido Conservador, el Partido Liberal, el Partido Laborista y el Scottish National Party eran partidarios de continuar en la Unión Europea. Lo que pasa es que la gente no se había sentido nunca demasiado europea.

—¿La UE ha estado a la altura en la cuestión de los refugiados?
—Está clarísimo que no. No hay construcción política de gran abasto que haya tenido éxito cerrando puertas. Una de las grandes construcciones políticas en los últimos 200 años han sido los Estados Unidos, que se formaron abriendo puertas, al igual que el Imperio Británico, el de Carlos V o el Imperio Austrohúngaro. Europa tampoco ha estado a la altura en la cuestión humanitaria; no nos podemos permitir en una sociedad avanzada que haya miles de cadáveres en el Mediterráneo. Habría que replantear la política migratoria en Europa y no ser tan hipócritas porque aquí todos se apuntan al ‘Welcome refugees’ pero no hay por aquí. Hay que evaluar a los políticos por lo que hacen y no por lo que dicen que se tiene que hacer.

—¿Todavía piensa que Turquía debe pertenecer a la Unión Europea?
—De ninguna manera así como está ahora, lleva una deriva totalmente lamentable. Mi faro en Turquía es el novelista Orhan Pamuk, que animó mucho el debate intelectual en el país cuando Turquía quería ir hacia la Unión Europea y ahora es de los primeros denunciantes del mundo de la concentración de poder, la islamización y la poca coherencia con los valores europeos. En cualquier caso, si ha habido estos cambios en Turquía es en parte culpa de la desidia europea. Si Europa hubiese hecho un protocolo de acceso con Turquía, sería imposible el cierre de diarios como ahora. Y no quiero decir que la culpa la tenga Europa sino los dirigentes turcos, como en Siria. Allí la culpa la tienen Al Asad y Daesh.

—¿Por qué en Ibiza no arraiga ningún partido ibicenquista?
—Por varias razones y todas complicadas. Una es porque la percepción que se ha tenido en Eivissa es que el partido ibicenquista era el PP. En lugares como Sant Joan la gente es, ante todo, ibicenca. Aquí el PP ha sido percibido como un partido regionalista cuando incluso no ha actuado como tal. Esto ha hecho de dique de contención a la posibilidad de que surgieran otras opciones. La otra razón es la división. Yo continúo pensando que si aquí tuviésemos algo parecido a Coalición Canaria, con gente de todo el espectro político, sería útil. Esta ha sido una de las cosas en las que me he implicado pero sin ningún éxito.

—¿Le augura mucho futuro a Podemos en Ibiza?
—No demasiado porque no ofrecen nada distinto a lo que ofrecen los socialistas. Lo único ha sido presentarse como nueva política, pero si no ofreces un producto nuevo al final acabarás siendo vieja política y la gente tiende a escoger el original. Podemos es un partido con una estructura igual de radial y centralista que el PSOE o Esquerra Unida, con un comandamiento central ejecutivo y poderoso como el de los otros partidos políticos españoles.

El DETALLE

"Los más pelotas con los jefes tienen más posibilidades en política"

—¿Por qué es difícil ver catedráticos, como usted, en política?

—Ha pasado una cosa que es muy sintomática: la política no se ha abierto lo suficiente como para que uno pueda pensar que está en ella por méritos propios. Hoy en día los que suben son los que se llevan bien con las direcciones, vivimos una situación muy partitocrática. El sistema de aquí es de listas cerradas y partidos fuertemente centralizados, y con este sistema no hay nunca ninguna garantía de que una persona que esté más preparada tire hacia adelante sino que los que tienen más posibilidades son los pelotas con los jefes. Para que no fuera así tendrá que cambiar el sistema, con listas abiertas y partidos con mecanismos más democráticos, es decir, quitarle el poder a los aparatos de los partidos, que supone un lastre para el sistema democrático.