«Soy Miguel de la ‘Reina’», se presentó el autor de la llamada telefónica que recibió Toni Tur en enero de 2009. No le faltaron más datos para saber de quién se trataba. El dueño de la balandra Reina del Mar se puso en contacto con el mestre d’aixa después de que un fuerte temporal dejase la embarcación varada y en muy mal estado en la playa de s’Arenal.

Sin más futuro que el desgüace en manos del antiguo propietario, Toni Sendic no pudo decir que no a ese regalo. «Yo conocía ese barco desde hacía mucho tiempo, por sus formas y su manera de navegar, de cuando en los años 60 hacía excursiones de turistas a Cala Bassa».

No eran los mejores días para esta balandra de 15 metros de eslora, que transportó áridos en la década de los años 50 para pasar, años después, al transporte de turistas por el litoral portmanyí.

Trío de aliados

Empezó entonces un proceso largo y laborioso que siete años y 10 meses después parece que va llegando a su fin. Para empezar a trabajar, el técnico de cultura de Santa Eulària se asoció con su compañero, Javi Gómez, y a su vez crearon un trío junto al técnico de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Sant Josep, Raúl Luna. Los tres, propietarios y inversores «a partes iguales», se aliaron para reconstruir y devolver al mar esta joya.

El primer paso necesario antes de sacar a la Reina del Mar era sellar las vías de agua, un trabajo que «empezamos en enero, y con el que pasamos mucho frío», recordaba Javi Gómez. No fue hasta el mes de mayo cuando, remolcada por otro barco y después con una grúa, la balandra tocó tierra firme.

La Reina dejó el mar para pasar sus últimos años en una finca de Sant Carles, donde ha vivido el proceso de restauración.

En sus horas libres, los fines de semana y en vacaciones, Gómez y Luna se reunían para trabajar bajo las órdenes de Sendic, el único con experiencia como mestre d’aixa.

Sendic, que con 18 años empezó a construir un pequeño llaüt y siempre ha estado «con tablas para arriba y para abajo arreglando barcas», se convirtió en el maestro de los otros dos técnicos que, «como en la antigüedad, trabajamos y aprendimos observando y copiando al que sabía», aseguró Gómez.

El equipo empezó a desmontar las piezas en mal estado, «que servían para hacer las plantillas para hacer las nuevas piezas», que luego serían recolocadas, lo que supuso un proceso muy lento. «La sensación era que no avanzábamos nada; el barco parecía que no tenía cambios. Pero sí, se estaba trabajando en la resistencia estructural del barco».

Tabla tras tabla, mes tras mes, y sumando ya casi ocho años de trabajo, en los que han invertido ya 13.000 euros de sus bolsillos, el trío piensa ya en una fecha para poder botar a la Reina del Mar.

Con el mástil puesto, «de 20 metros de alto desde la quilla», ahora falta calafatear el barco, instalar el circuito eléctrico, el depósito, la pintura, las velas, lo que vienen siendo «otros 3.500 euros más» y, aproximadamente, otro medio año más de trabajo. «Nuestra idea es que la Reina pueda salir a navegar la temporada 2017, pero los trabajos se alargan más de lo que uno espera».

Toni Sendic, Javi Gómez y Raúl Luna tienen la vista puesta en acabar el trabajo de restauración, pero sueñan en el momento en que podrán salir a navegar con su creación. «Muchas veces, subimos a la cubierta y te imaginas como navegará», admiten.

Mucho dinero invertido, muchas horas de trabajo, aprendices que se convierten en maestros y maestros que perfeccionan y siguen aprendiendo nuevas cosas en cada paso a seguir. Después de casi ocho años en tierra firme, ya queda menos para cumplir el sueño del trío de aliados, de trabajadores, de valientes, de amantes del mar y enamorados de la Reina. La balandra añora navegar y Sendic, Gómez y Luna desean hacerlo con ella. Pronto izarán las velas.

LA NOTA

Para la próxima temporada

Los restauradores de la Reina «desean botar la embarcación de cara a la temporada del año que viene». Su idea «romántica» es que la Reina se dedique a «hacer excursiones para la gente de Ibiza, para que conozcan las bellezas de la isla y sus valores patrimoniales». Siendo «realistas», y dado el «alto coste» de su mantenimiento, asumen que «deberemos compaginar estas salidas con charters».