Como si fuera el mes de agosto. Las principales calles de Vila estaban ayer como en plena temporada turística. Una marea humana llenó desde primera hora de la mañana las principales calles de Vila atraída por los descuentos de hasta el 50 por ciento en los comercios de la ciudad con motivo del Black Friday.

Más de 400 comercios se subieron al carro de la fiebre norteamericana que muchos alargarán durante todo el fin de semana. A las tiendas de ropa, bolsos, perfumes, gafas de sol, zapatos o electrodomésticos, se sumaron este año estancos, talleres de coches e incluso alguna tienda de mascotas que colgaron llamativos carteles anunciando sus rebajas.

La ansiedad de algunos clientes hizo que, emulando lo que sucede en otras partes del mundo, muchos hicieran colas antes de que abrieran las tiendas para poder cazar la esperada ganga. Especialmente, en los locales de la avenida Bartomeu Roselló donde se ubican las principales franquicias de moda, que contrataron a personal extra para poder atender la previsible avalancha de clientes. Tania Roelas, encargada de Stradivarius, se mostraba sorprendida de la gran afluencia de gente que triplicaba o cuatriplicaba la de un día normal. «Lo llevamos haciendo cuatro temporada. El año pasado fue el boom y este año todavía más», explica.

Los clientes se llevaban sobre todo ropa de abrigo, prendas básicas y prendas de piel. Muchos se daban una vuelta sin una idea predeterminada de lo que iban a comprar pero otros ya habían visto días antes lo que querían. «Ya había fichado estas botas pero me he esperado hasta hoy para comprarlas», cuenta Natalia en una zapatería.

Las colas en las cajas de las grandes marcas en algunos momentos daban la vuelta a la tienda, una imagen que contrastaba con las pocas ventas que han tenido durante toda la semana. «La semana ha sido malísima. Todo el mundo estaba esperando este día, así que esperamos vender el doble o el triple», afirma Rose, dependienta de Histericomplements.

Poca venta en Vara de Rey

Una euforia que contrasta con el pesimismo apenas unos metros más allá, en el paseo de Vara de Rey donde el espíritu del Black Friday parecía ayer no haber llegado. Los comercios que todavía permanecen abiertos se quejaban de que no había mucho ambiente.

Por la mañana, pocos clientes entraban a las tiendas de moda de esta zona que ofrecen productos generalmente más caros pero de mayor calidad. «La gente va más a las franquicias donde los precios están tirados», explica Beatrix, de Lovy Ibiza.

Pepita Guasch, de Casa Domingo, se quejaba de la poca gente que pasa a consecuencia de las obras de peatonalización del paseo, incluso en un día como este en el que los descuentos que ofrecían llegaban al 50 por ciento. «Vistas las pocas ventas mantendremos los descuentos hasta Navidad», afirmó.

En la zona de Isidor Macabich y el Mercat Nou, el pequeño comercio también se sumó a esta campaña aunque el aumento de clientela no fue tan notable como en Bartomeu Roselló. «Está algo más animado que un día normal y esperamos aumentar un 20 por ciento las ventas», cuenta Antonia, de la perfumería Aromas.

En la tienda de ropa de niños Patufet, Sadia, su propietaria, aseguraba en cambio por la mañana que el día estaba siendo «flojito». «La gente pide descuentos del 70 por ciento per las tiendas pequeñas no lo podemos hacer», se lamentaba.

Sin embargo, los grandes descuentos no siempre son el mayor atractivo para los clientes. Muchos se volvieron a sus casas con las manos vacías espantados por las aglomeraciones y los pisotones convencidos de que los grandes descuentos no siempre compensan.