Escolares en la piel de un refugiado

Bajo el título Ponte en sus zapatos, los alumnos pasaron por cinco actividades en las que se pretende crear una reflexión sobre las dificultades a las que se enfrentan las personas refugiadas en el momento en que deciden huir, y experimentar al mismo tiempo los sentimientos que envuelven este tipo de situaciones.

Situaciones reales

Dirigidos por Marta Cardona, encargada del taller del Fons, los alumnos divididos por grupos, construyeron una casa con bloques de espuma. Un trabajo que según los estudiantes fue «costoso y difícil» que, además, se destruyó de repente. La realidad de la guerra les dejó fríos en ese momento. Los alumnos se sintieron «frustrados, con sensación de haber perdido el tiempo, enfadados, confusos y con miedo». Algo que les hizo pensar en el peligro de que la casa pueda ser atacada con personas en su interior, y el drama que eso supondría.

Además, los chicos pudieron comprobar las dificultades a la hora de seleccionar aquello que es importante para salir del país. «La identificación y el pasaporte es muy importante», decían unos, mientras que otros optaban por «comida, ropa y elementos de higiene», dejando, muy a su pesar, tablets o juegos.

Incluso, tuvieron que comprobar la incertidumbre de aquello que les espera en el camino, cómo encontrar agua y bebida, y los problemas que se pueden encontrar en el momento de pasar la frontera. Unos problemas representados en estaciones de una gincana por las que, además de los alumnos del colegio público Puig d’en Valls, pasaran los de otros ocho colegios de la isla durante este mes de febrero.

Concretamente, esta actividad, que se enmarca dentro de El viatge incert. Conflictes i migracions, que el Fons Pitiús de Cooperació puso en marcha en octubre, se realizará en los centros de la red de centros educativos solidarios del Fons «para que los niños conozcan de primera mano lo que sienten las personas que, sin decidir ser refugiados, se ven obligadas a serlo».

APUNTE

☛ Exposición de paneles de ACNUR

La gincana se complementa con una exposición de paneles informativos en los que ACNUR acerca la realidad de los refugiados para que «dejen de ser una simple estadística» y acercar las sensaciones, los rostros y las historias de los 43 millones de personas obligadas a desplazarse por la persecución y la violación de los derechos humanos.