Celebrar la vida que se ha terminado es la nueva filosofía que se está imponiendo en los funerales laicos que cada vez son más demandados en las Pitiusas. Ceremonias con música en directo, catering en los velatorios o ceremonias en el mar para esparcir las cenizas de un ser querido son algunos de los servicios que solicitan las familias de los difuntos.

Coincidiendo con el primer año de actividad del crematorio de Santa Eulària, Josep Ventura, delegado de Aurens, la empresa funeraria que logró la concesión por 20 años, y Mónica Miranda, gerente en Ibiza, mostraron algunos de los productos más novedosos como urnas biodegradables elaboradas con sal o arena, diamantes que se hacen con las cenizas del difunto o colgantes para llevar encima parte de estas cenizas.

El entorno de las instalaciones de la funeraria, un edificio blanco situado en lo alto de una montaña entre árboles, invita a que los familiares de los fallecidos se decanten por otro tipo de celebraciones que se salen de los cánones tradicionales. «La gente se siente más cómoda y libre para hacer lo que les apetece porque tienen el recinto para ellos solos», señaló la gerente de la funeraria quien añadió que algunas de las opciones demandadas son brindis con whisky o con champán o comidas en las que se hacen «celebraciones de vida».

La nueva funeraria también introduce nuevos servicios como la posibilidad de enviar notas de pésame a través de su página web o la eliminación del rastro digital del difunto.

También el servicio de crematorio es novedoso, ya que el ataúd es levantado por una plataforma e introducido en el horno a través de un proceso que los familiares pueden observar detrás de un cristal y despedirse así de sus seres queridos.

Los responsables de la funeraria señalaron que en el último año se han realizado 270 incineraciones, lo que supone que un 30 por ciento de los difuntos en las Pitiusas fueron incinerados el año pasado, un porcentaje similar al 35 por ciento que lo hace de media en el resto de España aunque todavía lejos de las cifras previstas en un futuro que alcanzarían, según Ventura, el 50 por ciento.

El 20 por ciento de los incinerados este último año en el crematorio pertenecían a Santa Eulària, que por ser del municipio, tienen descuento y pagan 700 euros por este servicio frente a los 1.200 que cobran al resto. Por nacionalidades, el 67 por ciento eran españoles y el 33 por ciento extranjeros, principalmente alemanes, ingleses e italianos.

La opción de incinerar a los muertos es cada vez más demandada «no por dinero sino por una cuestión material», señaló Miranda, ya que las nuevas generaciones prefieren evitar el trago de tener que llevar a sus difuntos a un cementerio, donde además tienen que pagar cada cierto tiempo el alquiler de los nichos.

En este sentido, los responsables de la funeraria explicaron que han detectado un aumento de peticiones para exhumar cadáveres que llevaban años enterrados para incinerarlos posteriormente, lo que permite además liberar espacio para que otras personas sean enterradas en los cementerios. Durante 2016, se registraron un total de 16 casos que pagaron por este servicio alrededor de 1.200 euros.