Los equipos de emergencia atienden al conductor de un motocicleta que resultó gravemente herido tras ser embestido por una furgoneta en el cruce de Los Cazadores. Foto: R.S.

Jueves. Carretera de Santa Eulària a la altura del cruce de Los Cazadores. Pasan unos minutos de las 8 horas. Un motorista de 64 años cruza la carretera para incorporarse al acceso de Sant Joan sin percatarse de la llegada de una furgoneta. El hombre es arrollado y queda gravemente herido. Es la última víctima grave registrada en una arteria trufada de varios puntos negros.

Un mes atrás, el sábado 4 de febrero, la carretera PM-810, Santa Eulària-Sant Carles, se cobraba su última víctima mortal. Un turismo arrollaba mortalmente a una vecina de la zona que se dirigía a la ferretería Sa Rota. Eulària, de 68 años, es la última víctima en una carretera en la que han muerto tres peatones en seis meses. El 30 de agosto fue una joven inglesa de 27 años quien fallecía tras ser atropellada a unos 200 metros de la rotonda de ses Mines. Y anteriormente, el 13 de julio, fue un vecino de Santa Eulària de 60 años quien perdía la vida al ser arrollado a la altura del kilómetro 12, junto al mercadillo de Las Dalias. La lista de víctima es mucho mayor si se hace la vista atrás con accidentes mortales o arrollamientos de ciclistas como el ocurrido en mayo de 2015.

Los vecinos de la zona vienen reclamando desde hace años la adopción de medidas que pongan freno a una situación que «está cobrándose demasiadas vidas», apunta Toni, vecino de Sant Carles que por su trabajo baja todos los días a Vila y «observas cómo va la gente por esta carretera».

«La velocidad está limitada a 50 y 60 kilómetros por hora, pero la mayoría de conductores van más fuertes. El asfalto está bien pero el problema es que no hay aceras y los arcenes son ridículos. Los que vivimos allí de siempre, sobretodo la gente mayor, va a los sitios caminando, como antaño, pero los riesgos se han multiplicado por mil, ya que es una zona muy transitada», indica el vecino de Sant Carles.
«No sabemos a quién corresponde tomar decisiones, si al Consell, al Govern o al Ayuntamiento de Sant Eulària, pero es necesario que se adopten medidas para acabar con esta sangría. Hace falta un doble radar, o reductores de velocidad con semáforo en algún punto, ya que hay varios negocios de toda la vida a ambos lados de la carretera y los viandantes no tienen ningún punto por donde transitar y cruzar sin jugarse la vida», argumenta Toni.

Otro vecino de la zona de Can Poll lamenta la gran cantidad de accidentes o atropellos que ha visto en los últimos diez años e insiste en la necesidad de tomar medidas urgentes.

Puntos negros

Las muertes también se suman año tras año en el cruce de Los Cazadores. Un motorista de 40 años fue la última víctima mortal en un siniestro ocurrido el 19 de agosto.

La carretera de Santa Eulària tiene otros punto especialmente conflictivo a la altura del kilómetro 4, entre Can Marsa y la antigua Citroën. Los vecinos de esta zona reclaman desde hace tiempo medidas para controlar la velocidad y más iluminación en un tramo muy transitado por viandantes, tanto en verano como en invierno.
En la autovía de Sant Antoni se localiza otro punto conflictivo para viandantes y vehículos: Can Negre. El paso de peatones ubicado en esta zona, que cruza hasta cuatro carriles, es un punto de discordia. La zona está señalizada pero los accidentes o atropellos se suceden porque «la mayoría de vehículos llegan a este punto a altas velocidades. El paso de peatones no está regulado por un semáforo y cruzar conlleva, en la mayoría de las ocasiones, un factor elevado de riesgo ya que depende de la responsabilidad o buena voluntad de los conductores», apunta Lola, una vecina de la zona.

«Esto es un punto de mucho riesgo y son muchos años ya reclamando medidas. Es lamentable que tengan que haber muertos para poner soluciones que llegan tarde y mal», señala una trabajadora del bar Bonestar, establecimiento que sufre en primera línea la mayoría de los siniestros que se desencadenan en este punto. Joan, un vecino de la zona, relata que «casi siempre pasa lo mismo: un conductor que respeta el paso de peatones, da paso a un viandante y un segundo vehículo que viene por detrás, no se percata a tiempo de la situación y acaba embistiendo al primero». Ante esta tesitura, los vecinos reclaman más medidas de seguridad.