Con mucha gente bañándose en la playa de Santa Eulària, a escasos doscientos metros de la calle Sant Jaume, y con otros muchos sudando ante el intenso calor reinante se desarrolló ayer por la mañana la procesión del Santo Encuentro del Domingo de Resurrección en la Vila des Riu. Una procesión que cierra los actos de la Semana Santa en la isla y que un año más volvió a reunir a centenares de personas llegados de todas partes de la isla, de España y de Europa.

Los más listos o simplemente aquellos que son de Santa Eulària o ya la han visto en otras ocasiones media hora antes ya estaban tomando posiciones en el paso de cebra que hay justo enfrente a la fuente del Ayuntamiento.

«La procesión es muy bonita, el encuentro entre las imágenes de El Cristo Resucitado y Nuestra Señora de la Esperanza es una maravilla, y además entre las camareras de la Virgen está una conocida mía, así que este año no se me pone delante nadie», comentaba Julita, una señora vestida de domingo para la ocasión a su compañera Marisa. Y dicho y hecho, allí se plantaron las dos, dignas y elegantes, y por más que vinieran niños, miembros de Protección Civil e incluso, alguno de los organizadores, no se movieron ni un centímetro.

Emoción y aplausos para el encuentro

Sin embargo, al estar colocadas junto al paso de cebra y debido a la marea de gente, no pudieron ver con nitidez como llegaba la Virgen de la Esperanza a hombros de 8 hombres por la calle Sant Vicent. Lo hizo, como es costumbre, de luto y acompañada de 16 manolas o camareras de la Virgen que llevaban traje de riguroso luto, mantillas blancas y flores rojas en la mano. Al llegar a la calle Sant Jaume le esperaba El Cristo Resucitado, portado igualmente por ocho hombros, y mientras sonaban los acordes de la Agrupación Musical Nuestra Señora de la Estrella, la Virgen le hizo dos reverencias a su hijo. Después fue el momento del quitarle el velo a la virgen, acto llevado a cabo con una gran emoción por Margarita Segura, y el momento de la tercera reverencia, en este caso mutua, entre la madre y el hijo. Acto que fue recompensando con una sonora ovación premiando así el esfuerzo de los cofrades que deben arrodillarse y levantar de nuevo todo el peso de las dos imágenes y sus tronos.

El último paso fue cruzarse las dos comitivas, una al lado de la otra, a escasos centímetros, y recibir la última gran ovación antes de encaminarse rumbo al Puig de Missa encabezadas por los músicos de la Agrupación Musical Nuestra Señora de la Estrella, la Banda de Cornetas y Tambores de Santa Eulària y la Agrupación Musical Santísimo Cristo de la Agonía y seguidas por numerosas autoridades entre las que destacaba el alcalde de Santa Eulària, Vicent Marí.

Las que no siguieron a las dos imágenes fueron Julita y Marisa. La primera estaba muy enfadada porque al final le había costado mucho ver el encuentro «por los dichosos teléfonos móviles» y «por la falta de respeto de la gente, sobre todo los turistas, que se cuelan sin importar si hay personas mayores delante».