Piso compartido, residencia, familia, hostales... Todos los jóvenes que vienen a Mallorca a cursar sus estudios se encuentran en la misma tesitura: ¿Qué tipo de alojamiento les conviene más?

Los aspectos a tener en cuenta son muchos: precio, situación, cercanía al centro de estudios... Para los más jóvenes que vienen a estudiar, uno de los aspectos más a tener en cuenta es que los padres estén tranquilos y tengan la seguridad de que sus hijos estarán bien cuidados y controlados fuera del nido. Por eso, muchos progenitores optan por alojar a sus hijos en una residencia, al menos el primer año.

Es el caso de Marina Fernández, de Eivissa. Este es su primer año en la residencia de la UIB, pero no tiene pensado irse. Asegura que «vivir aquí te da la posibilidad de estar sola cuando lo necesitas y de tener la opción de estar con gente si quieres».

Sergio Fernández, de Cala Bona lleva ya tres años, y asegura que «no se va a ir a un piso» por su parte, cree que «es fácil hacer amigos, hay muy buena relación entre todos». Este estudiante de Derecho está sólo de lunes a viernes ya que los fines de semana vuelve a su pueblo, pero tiene derecho a quedarse un fin de semana cada semestre.

Los dos aseguran que todos los residentes son como una gran familia, y que «la residencia es una experiencia que tienes que vivir siendo universitario». Además, los padres de los dos estudiantes están «muy tranquilos porque saben que comemos bien y siempre tenemos a alguien si hay cualquier problema». En cuanto al precio, que oscila entre 750 y 550, creen que «es más alto que un piso, pero con la ventaja de que tienes todas las facilidades».

Algunos estudiantes prefieren salir del confort de la residencia y optar por un piso. Es el caso de Labibe y Joâo, dos brasileños que han venido a estudiar español y hacer un máster. Cuentan que «al estar casados mucha gente no quería alojar parejas, así que tuvimos que vivir solos». Pagan 700 euros por un piso de una habitación cerca del Auditorium, algo que les costó más de un mes de búsqueda por el problema de alquiler que vive Palma. Aseguran entre risas que lo que más les ha costado es «entender que los españoles no están peleando cuando hablan», aunque apuntan que «todo el mundo es muy amable».