El médico Javier Mata cerró las Jornadas Holísticas el jueves.

Las jornadas de Terapias Holísticas organizadas por el Colegio de Enfermería en colaboración con el Consell d’Eivissa concluyeron el jueves con la intervención del jefe clínico del Servicio de Anestesiología, reanimación y Terapia del Dolor del hospital Son Llàtzer, Javier Mata, que explicó el uso de la acupuntura en el tratamiento del dolor crónico.

—¿Que ha expuesto en las jornadas?
—La idea es contar nuestra experiencia sobre el tratamiento del dolor con técnicas de acupuntura y medicina tradicional china que llevamos aplicando desde 2006, cómo hemos ido trabajando y creciendo hasta ahora. La acupuntura en la actividad de la unidad, que incluye muchas técnicas, significa el 30% de las consultas que podamos hacer.

—¿Que tipo de pacientes tratan?
—A pacientes con dolor crónico, con lumbalgia, cefaleas y con artrosis de rodilla, la patología que hay más en la unidad y que más tratamos con acupuntura.

—¿Qué eficacia tiene la aplicación de esta técnica?
—Va bien. Hicimos un estudio retrospectivo del tratamiento de las cefaleas y vimos que a uno de cada tres pacientes le va bien. Es un resultado que puede parecer pobre, pero es un 30% y es importante si lo comparamos con el tratamiento farmacológico en el que hay que tratar a uno de cada cuatro pacientes para que vayan del todo bien.

—¿Está mucho más aceptado tomar una pastilla para un dolor?
—Sí, es un tema cultural. Si vas a China, la gente se pone agujas para todo y aquí le hablas de ponerse agujas y le da repelús. Es mucho más fácil acudir a una pastilla que la tenemos en la mesita de noche a que alguien te explique que aplicando una presión en un punto puedes mejorar el dolor de cabeza. No todas las cefaleas funcionan igual, en la migrañosa si funciona pero en otros como la Horton no van tan bien.

—¿La acupuntura es una medicina alternativa?
—Es una medicina complementaria y la tratamos así. No es una alternativa sino complementa las medicinas. El paciente puede estar tomando medicación y con la acupuntura conseguimos que reduzca la dosis o que si tiene que tomar rescates para el dolor deje de hacerlos. Estamos hablando de reducir costes de forma importante. Hay medicamentos para el dolor que son muy caros y si se consigue que el paciente tome menos fármacos, sobre todo en las épocas de crisis que hemos tenido, era muy importante.

—¿Está aceptado por la sanidad pública?
—La acupuntura va un poco aparte porque es donde más evidencia científica hay. Se engloba como una teoría alternativa y a veces la gente es muy remisa. Cuando en 2006 empezamos a utilizarla en el hospital hubo un cierto rechazo porque pensaban que íbamos a convertir la unidad en un lugar para adelgazar o dejar de fumar, pero era mucho más amplio. Muchas veces rechazamos lo que ignoramos. Si presentas una serie de publicaciones que avalan que esta terapia puede funcionar en ciertos casos se puede aplicar como una herramienta más.

—¿La acupuntura debería estar en el resto de hospitales?
—Sí, es una opción de tratamiento que se debería incluir. No es una técnica que sea cara y ayuda en ciertas patologías. En Son Llàtzer se han ido incorporando más técnicas. En Rehabilitación se usa y las comadronas la utilizan. Deberían ir incorporándose la acupuntura en ciertas situaciones en las que no hay otras opciones o como un complemento a los tratamientos que se están haciendo que, a veces, en la relación del coste beneficio no está muy claro que vaya mejor que la acupuntura.

—Pero por qué se siguen utilizando si no van bien.
—Por muchas razones, por presiones de la industria, por costumbre o ignorancia de alternativa. Los avances de la medicina se producen por el empeño de los profesionales. Si no hay nadie que rompa la lanza no va a funcionar.

—¿No cree que casos como el del Minerval es contraproducente para abrir nuevas vías?
—Sí, ese tipo de cosas lo que hacen es romper la posibilidad de que se puedan aplicar nuevas alternativas o tratamientos. Es difícil y te lo vas a encontrar pero la única manera de demostrar que las cosas funcionan es en el día a día. Nosotros empezamos en el 2006 y hemos ido trabajando, con resultados y nos va bien. Pretendemos que nuestros pacientes tengan alternativas de tratamiento. Un paciente nunca podrá entender que no busque medios para aliviar su dolor y cualquiera que le alivie lo intentaré aplicar. Muchas veces me viene un paciente y me pregunta qué ha probado equis y le digo si le quita el dolor, que lo siga aplicando. ¿Quien soy yo para evitar que el paciente utilice cualquier técnica si no soy capaz de ofrecerle algo que le va a quitar el dolor cien por cien? En el tratamiento hay una parte muy importante y es que el paciente crea lo que está haciendo. El placebo, que se ha denostado, hay que buscarlo y en la relación médico-paciente si no hay empatía el tratamiento no funciona.

—¿Y encuentra sintonía con sus compañeros de profesión?
—Hay mucho paternalismo en la medicina. Mucha sensación de que estamos en la posesión absoluta de la verdad, pero la medicina nos demuestra que las verdades van variando. Lo que ayer era bueno hoy deja de serlo. Está demostrado que el aceite de oliva es maravilloso, antes no lo era y ahora estamos con el aceite de palma. La enfermedad no es mía sino del paciente. Tengo que ayudarle a abrirle puertas, enseñarle qué posibilidades tiene de curarse o mejorar su dolor.