La exposición al sol tiene importantes beneficios para el organismo, fortalece el sistema inmunitario, reduce la presión sanguínea y mejora el estado de ánimo, pero también hay que tener en cuenta que el sol es el principal causante de envejecimiento de la piel. Además de utilizar una protección adecuada y evitar tomar el sol en las horas de más calor (de 12.00 a 16.00), podemos consumir determinados alimentos que nos ayuden a aportar a la piel los nutrientes necesarios para repararse, regenerarse y protegerse.

Los betacarotenos son un grupo de pigmentos responsables de los colores amarillo, anaranjado y rojo de los alimentos vegetales. Una vez ingeridos se transforman en vitamina A antioxidante y ayudan a producir melanina, que es nuestra protección natural contra los rayos ultravioleta (UV). Están presentes en la calabaza, la zanahoria, las verduras de hoja verde, los espárragos, los albaricoques, los melocotones, las papayas y el melón.

Consumir alimentos ricos en vitamina C contribuye a la formación de colágeno, uno de los componentes principales de la piel y los huesos. También previene la formación de daños cutáneos ocasionados por los rayos UVA y UVB. Algunos de los alimentos con vitamina C son brócoli, naranjas, limón, pomelo, kiwi, fresas, arándanos y uvas.

La vitamina E es un potente antioxidante, capaz de neutralizar los radicales libres que aparecen cuando se toma el sol. Evita la oxidación de las células y potencia el sistema inmunológico. Además, favorece la acción de los betacarotenos y combinado con vitamina C aumenta su efecto. Está en el aceite de oliva, en las pipas de girasol y en los frutos secos, como almendras y avellanas.

El licopeno es un carotenoide o pigmento vegetal que da color a los alimentos. Es un importante antioxidante que protege el organismo de los radicales libres. Se encuentra en el tomate y sus derivados, el pimiento rojo, la papaya y la sandía.

El selenio es un nutriente indispensable que forma parte de las defensas y del sistema que hace frente al estrés oxidativo. Lo encontramos en las nueces de Brasil y en los cacahuetes, los cereales integrales, las lentejas, los guisantes, las semillas de girasol, el marisco y pescados como el atún, la sardina, el camarón y el salmón.