Juanjo Palau asumió el cargo de presidente de la Asociación de Vecinos de Can Nebot el pasado mes de diciembre. Foto: MARCELO SASTRE

La Asociación de Vecinos de Can Nebot, en Sant Antoni, nació hace siete años con el único fin de arreglar los caminos de esta zona rural. Con los años les ha servido para reclamar la regulación de las cerca de 50 casas que conforman la agrupación. Su presidente, Juanjo Palau, asegura que ahora están «en un limbo».

— ¿Cuántos vecinos o casas forman parte de la Asociación de Vecinos de Can Nebot?

— Seremos entre 45 o 50 casas. La mitad son residenciales y la otra mitad son segundas residencias. Y después tal como está pasando en Ibiza en los últimos años, hay dos o tres casas que se dedican al alquiler vacacional.

— ¿Y les están causando alguna molestia?

— Hubo alguna que afectó un poco y se miró de controlar. Alguna molestia hay, pero no es una cosa que cause mucho malestar al vecindario. No nos pasamos el verano sufriendo por esto.

— ¿Cuándo se formó esta asociación y con qué motivo?

— La asociación se fundó hace seis o siete años. Yo soy presidente aquí de segunda generación, mi padre siempre decía de hacer una asociación y cuando faltó decidimos hacerla. Nos asesoramos por un abogado y nos legalizamos con el objetivo de presentarnos en los sitios como asociación porque si va solo una persona parece que te hacen menos caso que si vas como un grupo de vecinos.

— ¿Y cuál era la principal reclamación de la asociación cuando surgió?

— Cuando la hicimos no había una reclamación muy concreta. Nuestra reclamación era arreglar los caminos de la zona, que era el trabajo que teníamos siempre los vecinos. Después salieron una serie de circunstancias como que aquí se quería poner una industria, pero protestamos como asociación y tuvimos suerte. Luego empezó el tema del PTI (Plan Territorial Insular) y la adaptación a los núcleos urbanos y a los AMR (Asentamiento en Medio Rural), pero la hicimos más que nada para arreglar los caminos.

— En Can Nebot estaba previsto implantar la figura de AMR (Asentamiento en Medio Rural). ¿Estaban a favor?

— Sí. Aquí somos tres fincas: Can Nebot, Cas Arabí y Can Bassetes. Con el anterior equipo de gobierno se pidió el AMR porque era una forma de legalizar lo ilegal, entre comillas, porque no considero que seamos ilegales.

— ¿En qué situación se encuentran?

— Las casas que hay aquí tienen entre 30 y 50 años y se hicieron con todas las bendiciones del Ayuntamiento de Sant Antoni. Nadie prohibió hacer nada de lo que hay y tanto el Ayuntamiento como el catastro está cobrando de unas cosas que dicen que están fuera de ordenación. A lo que ellos llaman fuera de ordenación es que al 98% de las casas les falta un papel, que es el de final de obra. Si este es un mal, lo tenemos. Por eso lo que nos interesaba era legalizar esto porque las casas van pasando de padres a hijos y queríamos regularizar esta situación.

Cuando lo quisimos hacer, ya dependía del Govern balear y nos ponía unas condiciones de terreno urbano, con los males que tiene un terreno urbano y casi sin los derechos que tiene un terreno urbano. Al final, se tiró atrás, así que no llegamos a decidir. Ahora estamos en un limbo, que es lo que hay en Ibiza. Hay un limbo colgando y si les interesara mirarían de arreglarlo.

— ¿Estaban decididos a hacerlo?

— Lo que nunca hubiéramos aceptado de los AMR es que se nos obligaba urbanizar todo lo que era AMR, lo que suponía hacer aceras y poner farolas, entre otras cosas. Nosotros dijimos que no porque somos una zona rústica y hacer aceras y farolas era hacer una urbanización.

— ¿Ahora que solución les dan?

— Solución no hay. La solución es que todo siga igual porque son casas de 30, 40 o 50 años, y no se puede hacer nada. Si sigue así, mis hijos serán los herederos y seguirán pagando los impuestos igual. Tampoco nos afecta mucho, pero si se pudiera regularizar Can Nebot sería beneficioso para todos.

— ¿Están pendientes de las Normas Subsidiarias y la redacción del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU)?

— Hasta que no se haga el PGOU no se si habrá una salida para esto. Las últimas palabras que tenemos del Ayuntamiento es que dependía del Govern y el Govern dijo que no se arreglaba y ya está.

— ¿Les afecta la Norma Territorial Cautelar?

— No. Somos una zona residencial. Somos los cuatro pagesos de toda la vida, donde tenemos unos terrenos para plantar nuestras lechugas y vivir tranquilos. No somos una asociación especulativa ni queramos destinar las casas a alquiler vacacional. Somos una zona totalmente residencial.

— ¿Sienten que hay cierta inseguridad jurídica?

— No estamos preocupados porque son casas levantadas desde hace muchos años, lo que querríamos es regularizar esto, pero preocupación y miedo no tengo. La cosa está así y ya esta, tampoco nos pelearemos con nadie ni nos daremos caparrotades contra la pared.

— ¿Qué mejoras reclaman para la zona de Can Nebot?

— Lo primero son los caminos, porque cuando llueve mucho corre mucha agua y partes de los caminos se van enseguida. Después también nos gustaría soterrar todo el cableado de teléfono y luz. No lo hemos llegado a presentar, sabemos que supone un alto coste, pero daría otro aspecto a la zona porque ahora fa més lleig que polit.

— ¿Los vecinos se sienten escuchados por la administración?

— Sí, siempre que hemos tenido algún problema y el Ayuntamiento como institución siempre nos ha abierto las puertas.

DEMANDA

Piden soterrar el cableado de la luz y el teléfono

La Asociación de Vecinos de Can Nebot es una pequeña agrupación formada por unas 50 casas que como única reclamación tienen regularizar la situación de estas viviendas.

A parte, la única demanda que hacen al Ayuntamiento de Sant Antoni es que les arreglen los caminos, por lo que no dan mucha guerra. No obstante, ahora también muestran su deseo de que se lleve una actuación en la zona para soterrar todo el cableado de la luz y el teléfono. El presidente de la asociación Juanjo Palau reconoce que aún no han realizado esta demanda oficialmente porque saben que es una «gran inversión» y que hay otras prioridades, pero también apunta que se conseguiría cambiar el aspecto de la zona que ahora «fa més lleig que polit».