Como manda la tradición, el tercer domingo de mayo es el día grande de Puig d’en Valls y así se celebró ayer en la localidad.

A las 11.00 horas comenzaba la misa solemne a cargo del obispo de Ibiza, Vicente Juan Segura, y que contó con la participación del Coro de Es Puig d’en Valls. Un acto religioso que se celebró en una iglesia abarrotada de gente y es que como comentaba algún vecino desde fuera, «todo el pueblo estaba dentro».

Después se tuvo lugar la tradicional procesión que no se quiso perder la Banda de Cornetas y Tambores del Santísimo Cristo del Cementerio que acudió como invitada por vez primera al día grande de Puig d’en Valls.

Unos 15 componentes acompañaron a los santos durante su recorrido en la procesión que tuvo lugar al finalizar la misa solemne. «Nosotros ensayamos durante todo el año para participar después en estos eventos. Estamos muy contentos de poder tocar hoy aquí», aseguraba el encargado de la banda, Alfredo Riera.

A sus 81 años, Pilar Bonet tampoco quiso faltar al día grande de su pueblo. «Cuando yo era pequeña lo celebrábamos en Jesús. Este pueblo es relativamente nuevo, así que desde hace unos años ya lo hacemos aquí». En cuanto a las tradiciones, Bonet aseguró que más o menos eran igual: «la misa, la procesión, el ball pagès y las orelletes que no falten. Ahora en algunas fiesta también reparten flaó y buñuelos, pero el flaó es por Pascua y los buñuelos por Todos los Santos. Lo tradicional de las fiestas en Ibiza son las orelletes», reivindicaba la vecina del pueblo quien también compartía que su familia vivía el día grande de Puig d’en Valls con especial ilusión y celebraciones y que después del desfile de carros se irían a comer todos juntos a casa, «porque la familia siempre tiende a recoger a los hijos». En cuanto al menú, nada demasiado típico en las islas, «igual una paella, ya veremos», dudó Bonet.

Así que después de la procesión y más fieles que otros a la tradición, los de Puig d’en Valls celebraron su ball pagès a cargo de la Colla de Es Puig d’en Valls y Els Xacoters de sa Torre y luego hubo tiempo para las orelletes y algún que otro refrigerio.

Destacaba la pequeña Maria de seis años, que desde los cuatro años era integrante en la colla de ball pagès y pese a la diferencia de edad «se lo pasa bomba con sus compañeros», aseguraba su madre quien desveló que a su corta edad le gustaba vestirse a ella sola, pese a la complejidad del traje de pagesa.

Un ratito hubo que aguardar hasta que llegó uno de los momentos más esperados en el día grande de Puig d’en Valls: el desfile de carros. Más de quince, de distintos tamaños lucieron bajo el sol más que estival que nos acompaña estos días en la isla. Unos ocho carros de barana llevados por caballos y otros tanto cabriols daban paso a una amazona y su caballo que cerraron el desfile.