El nuevo emisario de Talamanca entrará en funcionamiento el próximo lunes dejando atrás una década de vertidos de aguas residuales en la bahía, denuncias vecinales y cierres de la playa por las pésimas condiciones en las que se encontraba el viejo desagüe, de 32 años de antigüedad.

La nueva tubería expulsará al mar, a una profundidad de 30 metros, el agua tratada en la depuradora de Vila pero lo hará lejos de la turística bahía de Talamanca para desembocar, a partir del 1 de julio, en las proximidades de s’Illa Plana, cerca del puerto de es Botafoc.

El nuevo emisario submarino, instalado por la empresa TRAGSA, tiene una longitud de dos kilómetros, la mitad de los cuales corresponden al tramo terrestre, 597 metros al tramo marino con perforación horizontal dirigida y 435 al tramo marino apoyado sobre el fondo. Las obras de sustitución del emisario comenzaron el pasado 28 de julio después de haberse declarado su emergencia y finalizarán a lo largo de los próximos días con su conexión a la planta depuradora.

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Su puesta en marcha pondrá fin a toda una década de fugas y banderas rojas en la playa. Uno de los problemas de que los vertidos en la bahía de Talamanca tuvieran restos de aguas fecales y residuales era la sobreexplotación de la obsoleta depuradora de Vila, que según el gerente de Abaqua, Antoni Garcías, no será sustituida hasta dentro de «dos o tres años», a pesar de que los primeros bocetos de la futura plata de tratamiento datan del año 2007. El Ministerio de Medio Ambiente es el encargado de un proyecto que actualmente se encuentra en fase de estudio y, por tanto, pendiente aún de aprobación.

En octubre de 2015 –el año más negro del emisario, con hasta 11 días de bandera roja en la playa por las fugas– el ingeniero industrial y profesor de la UIB Juan Mateo Horrach, explicó que en su larga historia, el emisario protagonizó «innumerables situaciones de crisis» por rotura, mal funcionamiento o por mala calidad del agua vertida, que repercutió en la playa y en los habitantes de la isla, a pesar de su diseño «ajustado a normativa».

En 30 años no se había podido materializar una solución satisfactoria al problema, hasta ahora. Como apuntaba el propio Horrach, seguramente no todo era achacable al propio emisario, ya que los sistemas de colectores generales «nunca estuvieron bien diseñados para evacuar adecuadamente las aguas residuales». «El sistema de pluviales de la ciudad, que vierte en buena parte en esos mismos colectores, las estaciones de bombeo del agua recogida y la planta de tratamiento, permanentemente sobrepasada, con un problema endémico de falta de espacio que condiciona las tecnologías de tratamiento, forzando a tratamientos intensivos en muchos casos poco satisfactorios en la práctica, contribuyen en gran medida al desastre», sostiene el experto, que añade que, por si fuera poco, «la planta desaladora de Ibiza y la central térmica de producción de energía eléctrica, ambas con excedentes de agua por evacuar, también se apuntan al mismo emisario».