El autobús de la línea regular que une Ibiza con Santa Eulària sale de la estación de autobuses de la Villa del Río puntual en dirección al Aeropuerto de Ibiza. Son las 12.20 horas y hay poca afluencia de usuarios.

Elegimos asiento y disfrutamos del sosiego que produce el aire acondicionado mientras el sol aprieta en la calle. Una de las pasajeras nos comenta que hace esa ruta cada día hasta el centro para ir a trabajar. Lo coge una hora antes para llegar a tiempo porque sabe que el viaje puede retrasarse por culpa del tráfico.

A la altura de Can Marçà el conductor detiene el autobús en medio de la nada. No hay parada con marquesina ni apenas señalización en este tramo y suben tres turistas inglesas. Han tenido que caminar un buen rato desde la finca en la que se alojan y esperar a pleno sol a la llegada del bus, que no ha tardado más de 20 minutos, aseguran. Es la primera vez que usan el transporte público en Ibiza y tanto el servicio de información en la web como el precio del tique sencillo les parece adecuado.

Por Can Beia el tráfico empieza a ser más denso. José Manuel es el conductor y explica que la vez que tardó más en llegar de Santa Eulària a Ibiza fue en una caravana de dos horas, cuando lo normal son 40 minutos y en invierno se reducen a 30. Asimismo, considera que el mayor problema es que las paradas de carretera están sin marquesina y mal señalizadas, como muestra durante el trayecto. Ya no solo por el malestar que genera a los usuarios el estar sufriendo las inclemencias del tiempo sino también por la dificultad de advertir su presencia durante la noche, ya que no existe ningún punto de luz y a veces «tienen que hacerse ver a través de sus teléfonos móviles. A veces pasamos de largo porque no los vemos y luego se quejan, normal». Además, José Manuel señala que muchas de las paradas están ubicadas en puntos negros de la carretera o en salidas de camiones.

De vuelta a Santa Eulària, el bus de la L13 llega lleno. Su conductor, Mossen, también lamenta la situación de las paradas. Supone un riesgo de atropello para pasajeros cuando bajan, además de que entorpece el tráfico, ya que no hay espacio para parar y eso obliga a que los conductores no puedan adelantar. Mossen apunta también que «la gente conduce muy estresada, aumentando el riesgo de accidente y no te dejan pasar cuando sales de la parada. Tenemos que tener mucha paciencia». En tres años que lleva en la empresa, el peor colapso que vivió fue de cuatro horas un día de lluvia de agosto. Él insiste en señalizar la ruta alternativa de Sant Rafel para llegar a Ibiza, ya que los residentes la conocen, pero la inmensa mayoría de turistas no. El vehículo llega a Santa Eulària y Mossen pregunta si no seguimos hasta es Canar: «También es un tramo conflictivo», asegura.