Carlos Martorell, durante la entrevista de ayer. | Arguiñe Escandón

Este viernes a las 20.00 horas se presenta en el Centro Cultural de Jesús el documental Carlos Martorell Polifacético. Un trabajo presentado por el Festival Internacional de Cine de Ibiza que se celebra del 31 de agosto al 2 de septiembre y que retrata a todos los fieles de la isla que en algún momento trabajaron con el emblemático relaciones públicas de Ibiza. Por este motivo PERIÓDICO de IBIZA Y FORMENTERA mantuvo ayer con él una agradable charla llena de recuerdos.

—¿Cómo surgió la idea del documental?
—Porque ya son más 50 años de muy distintos trabajos. Hoy día tengo 52 books de todo lo que ha salido en prensa, diseños, fotos, entrevistas en VHS, merchandising, de todo... Pero me di cuenta de que eran 3 horas de documental y tuve que reducir a un 20% y hacer unas pequeñas muestras de lo que he hecho en relaciones públicas, en periodismo, novelas, diseño gráfico, modelo, estilismo, decoración de restaurantes, de todo... Ahora dura una hora. También son vídeos muy antiguos que hubo que digitalizar, algunos sin demasiada calidad, pero en los que hay mucho protagonismo para Ibiza. No en vano uno de los primeros trabajos que hice fue en 1967 cuando vinimos unas 100 personas con un avión privado, clientes de una de las discotecas más famosas de España, Bocaccio, invitados por Oriol Regàs. Yo fui jefe de expedición porque era el único que conocía Ibiza y cerrramos el Montesol de entonces e hicimos una fiesta en Lolas donde yo había hecho las fiestas de blanco. Fueron 3 días impresionantes y la primera vez que salió en los medios nacionales la isla de Ibiza

—¿Echa algo en falta en el documental?
—Me hubiera gustado no tener que cortar eventos por la mitad. En mis eventos siempre pongo shows. La personalidad de mis relaciones públicas es que no te aburres, no es tomar un canapé y una copa sino que es siempre hay algo espectacular. Y esto era antes de que existiera El Circo del Sol. Hubo eventos en los que llego en un globo aerostático sobre el escenario y cortar este tipo de cosas me da pena pero no puedo someter a la gente a 3 horas de documental. Además las aperturas de prácticamente todas las discotecas las he hecho yo, cantidad de fiestas privadas, promoción de hoteles y restaurantes, etc. Por ejemplo, en 1978 inauguré el Ku con un funeral por el Mediterráneo. Recuerdo que llené la piscina de plásticos y todo el mundo alrededor iba de negro y con velas mientras sonaba el Requiem de Mozart de fondo y yo pedaleaba en un pedalero fúnebre pintado de negro, con plumas negras, vestido de cardenal y tirando los plásticos a la piscina. Me criticaron mucho y ahora Greenpeace me aplaude y me da la razón.

—¿Cuánto tiempo le ha llevado?
—Siete meses sin parar ni sábados ni domingos. Uno de los días con uno de los realizadores empezamos a las 10.00 de la mañana y terminamos a las 03:15 de la madrugada, con 10 minutos para tomar una ensalada.

—¿Como se define entonces?
—Como polifacético. He tenido que censurar en el documental a muchos clientes que hablan maravillas de mí y como soy el productor y una de mis profesiones frustradas es ser actor ya veréis como me disfrazo de otros personajes para reírme de Carlos Martorell. Y es que me daba vergüenza que dijeran de mi que soy fantástico o un genio...

—Para ser un buen relaciones públicas hace falta ser un poco actor también, ¿no?
—Sí, hay que tener muchas tablas, mucha paciencia y empatizar con todo tipo de gente.

—Al hablar con usted es imposible no preguntarle por como ve la isla ahora.
—Imagínate que yo la recorrí a caballo en agosto. Cruzaba las playas de Salinas y es Cavallet y veía unas 5 personas y sin chunda chunda. Una de las últimas entrevistas que hice pedí que fuéramos a un cementerio porque es el único lugar en el que hay silencio. Son muy poco originales... no hay ni un restaurante italiano que por ejemplo ponga música italiana, todo es chunda chunda. Parece que si no tienes eso no eres nadie en Ibiza

—¿Cree que eso está llevando a que la otra Ibiza esté desapareciendo?
—Se ha creado una Ibiza para el marchoso que va a la discoteca a levantar el brazo porque no puede bailar porque no cabe (risas) y para el multimillonario con avión privado y grandes barcos que vienen tres días sin importarles la isla un pepino. Les importa 3 sitios de lujo y se piran. Esto ha disparado los precios. Yo no soy rico, lo explico en el documental, soy un trabajador que ayuda a sus clientes a hacerse ricos. Me encuentro en Ibiza 6 meses al año donde no hay eventos ni empresas y cuesta una fortuna vivir. La isla se ha enriquecido pero no todos los ibicencos son ricos y muchos se encuentran con un «usted no puede pasar» o «Puede pasar pero son 3000 euros sentarse aquí». El miedo es que esto se vuelva insostenible. Además, antes había unos circuitos fantásticos que con el tema de los atentados en países musulmanes nadie quiere ir. Por otro lado, yo siempre digo el eslogan: «Venga a hacer a Ibiza todo lo que en su país está prohibido». Y es que aquí la gran libertad se ha convertido en libertinaje.

—¿Y esto antes no pasaba?
—En la época hippy dejábamos las puertas abiertas de las casas y las llaves puestas en el coche cuando íbamos a la playa. Hablo de los americanos escondidos para no ir a Vietnam que recibían una transferencia. Eran gente de Berkley University y tenían otra educación, otro sistema y otra forma de drogarse, mucho más experimental. Ahora se relaciona al hippy con alguien poco higiénico, tirado en el suelo con la guitarra porque se ha metido de todo. Lo describo muy bien en Requiem por Peter Pan’ en Ibiza. Estuvo muy bien para una elite pero después se puso de moda, se fue degradando y ahora solo queda vestirse de Adlib.

—¿Cómo ve el futuro de la isla?
—Se han hecho muchas cosas bien y muchísimos errores. A veces creo que nos estamos gastando el dinero del contribuyente en cosas no prioritarias como peatonalizar el centro de la ciudad cuando había cosas más importantes como los vertidos fecales, arreglar la ITV o mejorar la cobertura telefónica...

—¿Entonces el que vea su documental con qué se va a quedar?
—Con cómo era Ibiza, cómo fueron los eventos... se montaban unos eventos impresionantes y ahora se hacen en una boutique. Yo antes cogía un palacio o un centro gótico y se decoraba maravillosamente bien, la gente iba de esmoquin y traje largo con orquestas fantásticas. Verán esto, algo que esta generación ya no verá.

—¿Le ha quedado algo por hacer?
—Actor. Me ha servido para mostrar que soy capaz de hacer un documental. Lo hemos hecho un realizador, Sergio Piera y yo. Siempre me he atrevido a hacer todo por primera vez y no la he pifiado nunca.