«Hemos pasado miedo porque las llamas avanzaban muy rápido y cada vez estaban más cerca de las viviendas», apuntaba María, una vecina de la parte alta de la calle Progrés. Por la proximidad de las casas a la pinada, estos vecinos veían y sufrían los efectos de la densa columna de humo, pero por momentos no eran conscientes de las impresionantes lenguas de fuego que se alzaban unos metros más arriba de sus viviendas.

La magnitud de las llamas era bien visible desde el passeig de s’Arenal. Desde los puntos alejados de la bahía de Portmany la imagen era sobrecogedora. Por detrás del edificio Tanit se apreciaba la cima de sa Talaia convertida en una enorme pira de fuego.

«Estaba fuera y al ver la densa columna de humo he regresado corriendo porque tenía los dos perros en casa», señalaba Víctor, vecino de la calle Johann Sebastian Bach. Con el paso de los minutos la tensión y el miedo se fue apaciguando pero cada vez era más fuerte el olor a quemado y sobre el ambiente planeaban gran número de pavesas, cenizas y ambiente cargado que se hacía más patente con la llegada de un helicóptero.

En el ambiente también planeaba la sospecha sobre el origen del fuego. Eran muchos los que aseguraban no creer en casualidades. «Ya van tres incendios aquí», apuntaba uno de los vecinos concentrados en la cafetería Mestral. La cifra se eleva a una docena larga si se suman los ocurridos en Cala de Bou y Port des Torrent.

Ayer, las primeras llamas arrancaron en una zona próxima al merendero de Cala Gració. Algunos de los presentes recordaban que está prohibido encender fuegos desde el pasado 1 de mayo. «Estamos viviendo un verano muy caliente, extremadamente caliente», indicaron varios vecinos en referencia a la sucesión de incendios forestales en el municipio.