El auto de archivo del llamado ‘caso Minerval’, firmado por el magistrado del Juzgado de Instrucción número 9 de Palma, Enrique Morell, descarta –aunque la resolución es provisional– la existencia de engaño o estafa por parte del profesor de la UIB y principal investigador de la molécula (ácido 2-hidroxioléico) que se suministró a enfermos, en su mayoría terminales, afectados por un glioma; uno de los tumores cerebrales más agresivos. No obstante, la decisión judicial incluye poner en conocimiento la posible comercialización fraudulenta del producto como medicamento a la Agencia Española del Medicamento por si es susceptible de abrir un expediente administrativo, el cual podría implicar graves sanciones económicas.

Precipitación injustificada
A la vista del desenlace del ‘caso Minerval’ todo indica que la Universitat, promotora de la denuncia a instancia de la jefa de Oncología del Hospital de Son Espases, actuó con prisas en un asunto que ponía en entredicho uno de sus equipos de investigación. A la opinión pública trascendía que el comportamiento de dos profesores de la UIB era más cercano al del ‘caso Nadia’ –un enriquecimiento ilícito a costa de una niña enferma– que al de un intento de ofrecer, sin engaño, un producto que podía paliar los efectos del cáncer y que estaba siendo objeto de estudios clínicos en prestigiosos hospitales de España y el resto de Europa. La falta de cautela generó un enorme escándalo, pero también un daño personal a los dos investigadores, Pablo Escribá y Xavier Busquets, de difícil reparación ahora.

Seguir la investigación
Hay argumentos científicos suficientes que acreditan la conveniencia de seguir adelante con la investigación del Minerval, cuyos ensayos clínicos ofrecen resultados esperanzadores –dados a conocer en el último congreso mundial de Oncología de EE UU– y que, además, han recibido un importante subvención de la Unión Europea. Esto es lo que esperan los enfermos.