Con una superficie de poco más de medio kilómetro cuadrado, el islote de Tagomago, propiedad de la sociedad Isla Tagomago S.A., está en el ojo del huracán desde hace más de una década. En 2006, el empresario alemán Matthias Kühn alquiló la antigua casa payesa que se ubica en el centro de la isla y, año y medio después, encargó el proyecto de reforma interior del edificio con el que empezó su polémica relación con la isla.

En agosto de 2008, una expedición formada por técnicos del Consell, el Seprona, el Ayuntamiento de Santa Eulària y Demarcación de Costas desembarcan en Tagomago para inspeccionar las obras sin licencia de la mansión ante la sospecha de que se podían haber cometido algunas ilegalidades. En esa inspección compararon el estado actual con imágenes de 2004 y 2006 y comprobaron que la volumetría de la mansión se mantenía pero que sí que se había ampliado la zona de jardín con césped y se había prolongado y forrado de madera de teca el muelle por donde se accede en barco a la isla, motivo por el cual el Ayuntamiento abrió un expediente.

La construcción de la mansión no fue la única presunta irregularidad detectada. Los ecologistas del GEN denunciaron la construcción de una pista de aterrizaje para helicópteros por sus efectos sobre especies protegidas que residen en la isla como el virot o el halcón marino.

Tres años después, Matthias Kühn presenta un proyecto para intentar mejorar su imagen ante las autoridades. Su intención era montar un centro de educación medioambiental en las antiguas viviendas donde vivían las personas que construyeron el faro de Tagomago hace un siglo. Pero sus planes se ven frenados en junio de 2011 cuando la conselleria balear de Medi Ambient prohíbe el inicio de la reforma de estas viviendas hasta que no se aclare la investigación judicial sobre las otras obras que se habían realizado en el islote.

La suerte de Kühn viró menos de un año después, en mayo de 2012. Con el cambio de color político en el Govern, el empresario consigue el permiso para rehabilitar el faro y crear el centro educativo que iba a ser destinado a estudiantes que visitaran la isla y que albergaría un programa de educación ambiental.
En noviembre de 2012, la comisión balear de Medi Ambient da un paso más y aprueba el proyecto de legalización de las obras realizadas en la mansión tras concluir que los trabajos realizados no suponen una amenaza para los hábitats de Tagomago, una isla de elevada diversidad vegetal con 204 especies catalogadas, algunas de ellas endémicas como la lagartija Podarcis pitysensis tagomagensis.

El Tribunal Superior de Justicia de Balears (TSJB) condena un año después a la sociedad Isla de Tagomago a pagar más de 15.000 euros por las obras y le obliga a devolver al estado original los terrenos.
En mayo de 2014, una veintena de personas del GEN escenifican sus denuncias de los años anteriores contra el promotor alemán en una excursión a Tagomago como forma de protesta en la que despliegan una gran pancarta en el faro mientras Kühn sigue con su proyecto de hacer de Tagomago una exclusiva isla para millonarios.

De hecho, el Govern autoriza la instalación de cinco fondeos, una plataforma flotante, varias mesas con sus correspondientes sillas y unos baños químicos en el chiringuito que hay a la entrada de la isla y que se publicita como beach club para gente VIP.

Finalmente, la Fiscalía de Ibiza denuncia al representante de la empresa propietaria por un delito contra la ordenación del territorio, a raíz de la denuncia efectuada por el Ayuntamiento de Santa Eulària tras la inspección en la que constataron que en el quiosco se habían hecho obras de dudosa legalidad, como la ampliación de una escalera o la instalación de una estructura de madera cubierta de cañizo.

De nuevo, la comisión balear de Medi Ambient aprueba, con los únicos votos en contra de los ibicencos Mariano Juan y Pepa Costa, el proyecto para hacer la ampliación del chiringuito e instalar un beach club aunque, en el último momento, el empresario alemán renuncia a llevarlo a cabo.

En estos momentos, mientras la vía judicial sigue abierta, con el juicio visto para sentencia contra Kühn en los juzgados de Ibiza por unas obras realizadas hace una década, la protección de Tagomago no acaba de materializarse. Aunque el clamor popular reclama que el islote sea declarado reserva o parque natural, la conselleria balear de Medi Ambient todavía no se ha decantado por la figura con la que se protegerá.

Mientras tanto, Tagomago sigue funcionando como un paraíso sólo exclusivo para millonarios por el que se pagan precios desorbitados que alcanzan los 26.000 euros por noche.

LA NOTA

La protección legal de un islote que nunca llega

La catalogación de Tagomago como Lugar de Interés Comunitario (LIC) y Zona Especial para la Protección de Aves (ZEPA) por la Unión Europea ha demostrado ser papel mojado para la protección real de un islote incluido
además en la Xarxa Natural 2000 y protegido como ANEI. La conselleria balear de Medi Ambient todavía está valorando cuál es la figura más idónea para la protección de Tagomago, pero de nada servirá si la nueva catalogación no va acompañada de un servicio de vigilancia. De momento, solo hay unanimidad para crear una reserva marina de interés pesquero en la isla.