Si hay algo totalmente cierto cuando venimos a este mundo es que algún día, más tarde o más temprano, nos marcharemos de él. Da igual si uno es pobre, rico, catedrático, albañil, creyente, ateo, del Barça o del Madrid; a todos nos llegará el final. Los protagonistas de estas páginas, pese a su relevancia, tampoco pudieron escapar de la muerte. Ilustres personajes que destacaron en sus vidas por diversas razones y que recibieron sepultura en distintos cementerios de su amada isla.

El primero de ellos es el escritor más grande e influyente que Ibiza ha visto nacer. Marià Villangómez falleció en 2002 a los 89 años y dejó para la posteridad obras como Sonets de Balansat, L’any en estampes o El cop a la terra, entre otros muchos libros de poesía, traducciones y obras teatrales. Sus restos descansan en la capilla Escudero-Villangómez del Cementeri Vell de Vila, levantada por el matrimonio que dejó en herencia a su sobrino, el padre de Villangómez, la vivienda donde nació el poeta en 1913.

El accidente aéreo del Caravelle de Iberia del 7 de enero de 1972 en ses Roques Altes, en Sant Josep, en el que fallecieron 104 personas, obligó a la inauguración del Cementeri Nou de Vila, que todavía estaba sin bendecir. Allí se enterraron a las víctimas de la tragedia y allí también descansa la princesa Smilja Mihailovic, considerada como la impulsora de la moda Adlib. El nicho de la mujer yugoslava, que falleció el 2 de noviembre de 1994 en su apartamento del Paseo Marítimo de Vila, está situado en el pasaje de sa Placeta del cementerio y cuenta con una fotografía sonriente de Mihailovic y un recuerdo escrito sobre el mármol gris: ‘Recuerdo de tu hermano, Olga, Nada, Vladeta Maru e Pepino’.

La casualidad o el destino hicieron que la princesa Smilja no fuera una de las víctimas del desgraciado accidente aéreo. La yugoslava tenía que viajar en ese avión procedente de Valencia pero a última hora cambió de planes y aceptó la invitación de un amigo para volar en su jet privado. Una decisión que le salvó la vida. Su amigo no era otro que Siegfried Otto, el multimillonario alemán que en la década de los 60 del siglo pasado adquirió los terrenos de es Canaret y levantó allí su casa de verano. Otto era el máxima responsable de una multinacional alemana Giesecke&Devrien (G&D) encargada de la impresión del marco.

Otto, conocido como es senyor des Canaret, falleció en 1997 y su intención, según cuentan los vecinos de Sant Joan, era ser enterrado en es Canaret. Sin embargo, la legislación impide las inhumaciones en otros lugares que no sean camposantos, por lo que se tuvo que conformarse con ser enterrado en el cementerio viejo de Sant Joan.

Serra Orvay y Laureà Barrau

En una esquina del cementerio de Sant Jordi está situada una lápida de mármol blanco y letras doradas en recuerdo de Vicent Serra Orvay, fallecido en 1952 a los 82 años. Vicent Margalits fue un sacerdote avanzado a su tiempo y un gran amante de la astronomía. Canónigo arcipreste de la Catedral de Ibiza y rector del Seminario, Vicent Serra Orvay fue también un gran filólogo y colaboró con Antoni Maria Alcover en la elaboración del Diccionari català-valencià-balear.

En una capilla del cementerio del Puig de Missa de Santa Eulària descansan los restos del pintor catalán Laureà Barrau junto con los de su esposa, Berta Vallier. Ambos se instalaron en una casa cercana a la iglesia en la década de los 30, donde permanecieron hasta el fin de sus días.

EL DETALLE

Los arquitectos Erwin Broner y Josep Lluís Sert también tienen su recuerdo en Vila y Jesús

En una esquina de la zona reservada para los fallecidos no católicos del Cementeri Vell de Vila se encuentra una lápida de color negro en la pared con los nombres del arquitecto alemán de origen judío Erwin Broner y Gisela Strauss Broner, su viuda y tercera esposa y quien gestionó su memoria y legado pictórico y arquitectónico. Erwin Broner, como otros intelectuales alemanes –Raoul Hausmann o Walter Benjamin– huyó de los nazis y recaló en Ibiza, de donde tuvo que huir de nuevo por la Guerra Civil. En los años 50 volvió a Ibiza y junto a Gisela fueron unos notables activistas culturales. La casa que construyó en sa Penya es propiedad del Ayuntamiento desde la muerte en 2005 de Gisela. Por otro lado, en el cementerio de Jesús también figura una lápida en la pared del prestigioso arquitecto catalán Josep Lluís Sert, donde fue enterrado tras fallecer en Barcelona en 1983. Sert fue uno de los introductores de la arquitectura moderna en España. Aquí también está enterrada su esposa, Ramona Longás.