Ser seta este año no es tarea fácil. Nadie dijo que iba a serlo. Su bendición se retrasa. Caminar por los lacónicos bosques de las Pitiusas en busca de este manjar de temporada no trae recompensas, más bien decepciones para los micólogos. Lo cierto es que para éstos cualquier cosa es bienvenida si de lo que se trata es de investigar. Llenar el senalló de genitales del hongo ya no es lo que era. La escasez de lluvias y las altas temperaturas hacen que las setas no prosperen en otoño, un mes propicio para su recolección. Las tierras pitiusas suplican agua para despertar a las que se resisten a asomar su sombrerillo, aunque las hay que ya se han desnudado al calor okupa. Las previsiones meteorológicas no son nada holagüeñas para los próximos días en Ibiza y Formentera. El acaloramiento no nos abandona y la lluvia da muestras de haberse perdido por el camino. Por momentos se riega el campo, pero eso son más bien espejismos. Malos tiempos para la lírica (micología).

Quedamos a mediodía con Toni Serra, experto en esta materia, en la localidad de Santa Gertrudis. Nos recibe con un senalló agarrado a la mano caricaturizando al ser iluso de Caperucita Roja. La diferencia es que Serra es varonil y no lleva minifalda. El objetivo del viaje al mundo micológico no es otro que encontrar setas bajo la sombra de los árboles. En la misma mañana cayeron unas gotas de lluvia durante poco tiempo, un par de horas. Agua bendita para la cosecha de este manjar. Serra pronosticó entre sombras y luces que la lluvia caída a pocas horas de la cita será «buena para aguantar la humedad que tiene el bosque». «Si va lloviendo poco a poco es suficiente, pero sería bueno que lloviera algo más porque hasta ahora lo que ha caído ha sido muy poco, superficial. Cuanto más a fondo vaya el agua más tiempo tardará en secarse la tierra. Si llueve más hay garantías de que dure la humedad», argumentó Serra, quien prefiere darse a conocer como un «amante» de la micología y no tanto como «experto» en la materia.

En tres pasos avistamos el primer ser micológico comestible. Se llama pixacà, es del género Suillus bellini, reside a la sombra de un pinar, presenta manchas marrones en el pie corto y grueso, tiene la carne de color blanca y un sombrero fácil de alcanzar los 15 cm. Serra nos indica que al lado tenemos la posibilidad de ver otro pixacà, aunque de diferente género. Este es el Suillus mediterraneensis. Lo identificamos por su color amarillento, cuenta con una carne más dura y la piel es más facil de extraer que el Suillus bellini. «Tanto el Suillus bellini como el mediterraneensis son muy buenos comestibles, pero eso es como el mero y el denton que los dos son muy buenos pero la gente tiende más al primero», señaló Serra dando sombra a los dos manjares con navaja en mano.

«¡Vamos ahí para ver la Amanita!». Seguimos el instinto de nuestro guía en este viaje en el mundo de la seta. Atravesamos la zona sigilosamente. La zona no lo puso nada fácil. Había que esquivar ramas de árbol engorrosas. «¡Mirar, esta es la Amanita ovoidea!», repitió en tres ocasiones para gusto de los principiantes en esta materia. «Ahora vamos a ver porque hay de dos clases: la ovoidea y la de variedad próxima». Así que nos pusimos manos a la obra para localizarlas. La primera en caer en manos de Serra fue la variedad próxima, que es la tóxica y, por tanto, no comestible. Se le conoce por la «volva de color ocre» y presenta la cutícula de color blanco puro, brillante y viscosa. También tiene un pie alto, cilíndrico, algo engrosado en la base y un anillo harinoso. Con la próxima ya en nuestro poder, dirigimos la mirada a otras zonas del bosque en busca de la ovoidea, la de volva blanca y que no es tóxica. «¡Esta es la ovoidea!», avisó nuestro guía que hace de micólogo en sus ratos libres.

Los que rastrean los bosques de la isla en busca de estos manjares echarán en falta una seta por excelencia en las Pitiusas: los pebrassos. Son los auténticos reyes de la temporada de recolecta, aunque, según Serra, este año «no se han encontrado muchos». Acto seguido nos interrumpe su hermana Margalida, quien también nos asegura que «no hay pebrassos». Así nos lo subraya la hermana por la ventanilla de su coche añejo. Visto lo visto, el Lactarius Deliciosus se resiste a vivir. Poca fortuna para los aficionados a este manjar. Ya sólo les queda encomendarse a Tláloc, si es que lo conocen.

Precaución al ‘pescar' setas

Toni Serra quiso recordar a todos aquellos que se echen al bosque a por setas que, antes de hacerlo, tienen que saber que es imprescindible extremar las precauciones. «Les recomiendo que cojan las que conozcan porque pueden haber muchas que son buenas y otras tóxicas», advirtió este entusiasta de la gran variedad de setas existentes en las tierras de Ibiza y Formentera. Aviso para navegantes. Ya sólo queda que la lluvia deje su firma en las Pitiusas y las setas prosperen una temporada más. Amén.