Normalmente ya es difícil encontrar pebrassos ibicencos en los mercados, pero este año no hay ni rastro de ellos. Este manjar tan codiciado suele empezar a asomar en el mes de octubre, pero la falta de lluvias ha dejado los bosques pitiusos ‘secos’ y ha retrasado su aparición hasta el punto de amenazar con no dar señales de vida esta temporada. De hecho, a una semana de diciembre pocos han sido los afortunados que han dado con ellos, por lo que para los que descarten el modo excursionista con senelló en mano para ir a buscarlos, que se olviden de comprarlos, ya que difícilmente harán acto de presencia en los mercados. «No creo que este año haya a la venta, si alguien encuentra se los quedará para su casa», apunta la encargada de una de las fruterías del Mercat Nou, Marga Boned, que asegura que «los hemos visto, pero para vender no hay», ya que «si vas al bosque encuentras como mucho una docena».

Aquellos que se resistan a no probarlos este año se pueden conformar con los pebrassos de fuera, conocidos como níscalos, rovellons o robellones, que proceden normalmente de Valencia o Soria. Eso sí, según apuntan los expertos «no tienen nada que ver». «Son muy diferentes. Los de Ibiza cuando los abres parece que tienen sangre y tienen más sabor», destaca la dueña de Frutas Palau, que asegura que de fuera tampoco hay muchos porque en la Península tampoco ha llovido casi. Las esperanzas para remontar esta situación de cara a Navidad son pocas: «Si no llueve más, para Navidad no habrá ni uno», pronostican.

Precios altos

La ausencia de estas setas ha despertado a los más previsores y hay quién ya compra y los congela para tener en sus menús navideños, aunque otros no se atreven ni a mirarlos porque los precios ya están por las nubes. El kilo de pebràs está en la mayoría de puestos a 20 euros el kilo, cuando otros años se encontraba mucho más barato, entre 8 o 12 euros el kilo. «De momento compran poco porque este año están muy caros», asegura Marga Boned, que recuerda que como hay poca cantidad, el coste aún se disparará más: «Para Navidad, si hay, aún subirán. Cada día van subiendo de precio».

A pesar de los malos augurios, la ilusión es lo último que se pierde y en cuanto caen cuatro gotas la gente se acerca al mercada y ya pregunta si los pebrassos que hay a la venta son ibicencos. No es para menos y es que cualquier amante de esta seta busca el pebràs «sabroso y sanguinario» característico de las Pitiüses.