Imagen de una de las oficinas de farmacia de las Islas. | Pere Bota

El copago de los medicamentos que impuso el Gobierno central a los jubilados en 2012 y el incremento del dinero aportado por los trabajadores en activo para recortar el gasto farmacéutico, puede haber tenido un efecto negativo: que los ciudadanos de Balears hayan dejado de tomar algunos fármacos porque no los pueden pagar.

La Direcció General de Planificació, Avaluació i Farmàcia de la Conselleria de Salut quiere elaborar un estudio de pobreza farmacológica, similar a un informe realizado por la Fundación de Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana, para disponer de una evidencia que relacione directamente la falta de adherencia a los medicamentos y el incumplimiento terapéutico con el sistema de copago.

«Nuestra propuesta es elaborar un estudio que permita atribuir una serie de variables al hecho de por qué hay personas que no siguen tomando las medicinas recetadas por el médico», explica el director general, Benito Prósper.

Investigación

Para elaborar el estudio, el Govern cuenta con un trabajo previo realizado por el IB-Salut en base a los datos de prescripciones realizadas a 489.976 usuarios.

Según los datos obtenidos por el gabinete técnico y el Servicio de Farmacia del IB-Salut no es posible detectar las razones por las que los usuarios no retiran las prescripciones médicas. Lo que sí queda claro es que el 61 % de los usuarios recogen los medicamentos prescritos, el 29,6 % los recogen parcialmente y el 9,54 % no lo hace.

«Queremos conocer en profundidad lo que realmente está pasando», dice Prósper.

LA NOTA

Un 7% de los jubilados no toma todos los medicamentos

Un estudio de la Fundación de Investigación Sanitaria y Biomética de la Comunitat Valenciana refleja que el 7 % de los jubilados ha dejado de tomar alguna de las medicaciones que les recetaba el médico a causa del copago. El estudio está centrado en los fármacos que se prescriben a personas que han tenido algún problema cardiovascular y el principal resultado es que entre los pensionistas el cambio de sistema (pasaron de no pagar nada del precio a abonar el 10 %) tuvo un ‘efecto inmediato’ de una bajada del 6,8 % del uso de los anticoagulantes y un 8,3 % de descenso en el consumo de estatinas.