Lo que, a priori, tenía que ser un plácido pleno prenavideño donde reinara la paz y la concordia se convirtió en un improvisado ring de boxeo donde los ganchos y los golpes bajos sobrevolaron indiscriminadamente desde todos los bandos.

Aunque el PP caldeó el ambiente a primera hora de la mañana con Minchiotti como Pepito Grillo a cargo de los desahucios, el verdadero Grinch de la Navidad fue este año el concejal de Epic Antonio Villalonga, acusado de «romper el consenso» por presentar nada más y nada menos que siete mociones en un pleno de diciembre que siempre se ha dedicado en su integridad, salvo cuestiones puntuales, a homenajear a los funcionarios municipales que se han jubilado a lo largo del año.

Villalonga se tomó todo el tiempo del mundo para explicar con mucha parsimonia cada una de sus mociones. En especial, aquellas dos que forman parte de su repertorio favorito: Imvisa y, cómo no, el Cetis y todos los presuntos chanchullos que, desde tiempos inmemoriales, se han venido haciendo al calor de estas dos sociedades. El concejal de Epic decidió no dejar escapar la oportunidad de despacharse a gusto antes de que se empiece a aplicar el llamado ‘reglamento mordaza’ que, a partir del próximo año, limitará el número y el tiempo de las intervenciones de cada grupo.

El alcalde de Vila, Rafa Ruiz, más incisivo que de costumbre, quitó la palabra en varias ocasiones a Minchiotti y, especialmente, a Villalonga. Al primero por extralimitarse del tema que se debatía y al otro por alargarse casi una hora en hacer su exposición de motivos para indignación de los concejales populares. Por supuesto, a Ruiz también le llovieron los reproches. Minchiotti renunció a su turno de réplica por limitar su libertad de expresión y Villalonga acabó llamando ‘facha’ al alcalde, quien a su vez acusó al provocador concejal de Epic de alterar el orden del pleno. «¡Menos mal que hago clases de mindfulness!», exclamó el alcalde sin conseguir que el concejal de la oposición retirara el exabrupto.

Como es habitual en estos casos, la encargada de decir la última palabra fue la portavoz del PP, Virginia Marí, que acusó a Villalonga de «no ser de fiar» por romper el pacto de no agresión que ha habido siempre en el conocido como pleno de la sobrasada.

Sin embargo, el espíritu de la Navidad no tardó el volver a florecer y todos volvieron a ser amigos en cuanto se levantó la sesión y se dio el pistoletazo de salida al tradicional piscolabis que el Ayuntamiento ofrece a sus trabajadores y a la prensa. Vila hizo una excepción a la reciente ‘ley seca’ decretada y ofreció vino a sus invitados para que la sobrasada pudiera pasar y no se les atragantara.