Ángel Crespo, coordinador médico del 061 en Ibiza y Formentera.

En un congreso coincidió con el entonces director médico del 061 de Balears, Gabriel Redondo, que le animó a que viniera a rotar como residente a Mallorca en su periodo de formación externa. Tras acabar la residencia, se presentó a unas plazas de interinidades para dos ambulancias, una en Mallorca y otra en Ibiza donde no existía el 061. «Fue un examen duro, porque había muchos aspirantes», recuerda. Aprobó y eligió Ibiza.

¿Porqué se decidió por Ibiza y no por Mallorca?

—Tenía el atractivo de empezar un servicio nuevo y me llamaba mucho la atención. Ibiza me gustaba porque había estado de vacaciones dos años antes. Eran distancias cortas y con muchas posibilidades de actuar con el paciente.

¿Cómo fueron los comienzos?

—Éramos muy pocos profesionales, cinco médicos y cinco enfermeras, con una ambulancia de soporte vital avanzado y tres de vital básico. Es verdad que al principio la gente no conocía el servicio y no teníamos tanta actividad los primeros meses. Fue difícil porque hubo que montar el servicio, la base y tener un espacio. Hubo colaboración de la Gerencia de Mallorca pero luego te dejan solo. El coordinador de entonces era Gustavo Albert que lo supo llevar perfectamente para esos primeros momentos. Fueron difíciles pero lo recuerdo muy agradable porque éramos una piña. Muchos veníamos de fuera y empezamos a vivir juntos cinco de los diez compañeros.

¿Cuál ha sido su mejor experiencia?

—Cuando consigues salvar la vida a de un paciente. Ha habido muchos afortunadamente. Todos los casos dan mucha satisfacción pero es muy gratificante los que has visto muy malitos con pocas posibilidades, se recuperan y luego vienen, te dan un abrazo y te presentan a su familia.

¿La peor experiencia?

—Cuando no puedes conseguir ese objetivo. En Ibiza las distancias son pequeñas y los familiares incluso llegan al escenario del accidente.

¿Cómo gestiona la atención de un herido con los familiares presentes?

—Siempre digo que para trabajar en emergencias hay que ser de una pasta especial. Es muy delicado porque no sólo tienes que tratar a un paciente sino al resto del entorno y para eso hace falta formación.

¿Se lleva el trabajo a casa?

—Hay situaciones en las que es muy difícil desconectar, sobre todo cuando son niños o gente joven. El que diga que no se lo lleva a casa no tiene la sensibilidad que se ha de tener. Intentas de todas maneras separarlo para que no te afecte en la vida cotidiana, pero son situaciones muy duras.

¿Cómo recuerda su primer día de trabajo?

—Fue la presentación del 061. Fuimos a Formentera porque también se presentaba allí. Nos llegó una llamada del centro coordinador porque había una señora alemana que se cayó haciendo senderismo y tenía una fractura abierta. Fue posteriormente también el primer vuelo que se hizo.

¿Y la dispersión geográfica en Ibiza?

—La verdad es que a veces es delicado pero es un trabajo muy bueno que hace el centro coordinador con los alertantes para identificar cada zona. Puedo decir que en los 18 años que llevo en el servicio no ha habido ningún paciente al que no se ha llegado por problemas de indicación.

También le habrá servido para conocer lugares recónditos de la isla para hacer excursiones.

—Sí. Nosotros nos movemos por sitios muy dispersos, no solo con las ambulancias sino también por el helicóptero. No todo el mundo tiene la suerte de ver la isla desde el aire. Esa visión aeroespacial es muy positiva.

¿Cómo lleva situaciones en las que una ambulancia queda atrapada en un atasco? ¿Colaboran los conductores?

—Sí, es difícil porque una ambulancia te llega detrás. A veces los conductores no están preparados. No es tan fácil y te encuentras con situaciones muy dispares. La verdad es que los técnicos de ambulancias saben anticiparse a las reacciones que pueden tener los conductores.

¿A qué se hubiera dedicado si no fuera médico?

—No lo sé porque la medicina viene de familia. Mi abuelo fue médico de pueblo, cuando no tenían recursos. Está muy arraigada la medicina en mi familia. Somos cuatro hermanos y tres somos médicos. Ni me lo planteé porque desde que estaba en el instituto tenía claro lo que quería ser.

Son el hospital en la calle ¿Recuerda alguna anécdota de su trabajo?

—Hay muchas porque cada paciente es distinto. Además de situaciones dramáticas, también hay divertidas. Hay otras, como un parto que lo asistes en la ambulancia, y el padre está haciendo fotos o grabando un vídeo. Son curiosas y gratificantes porque la vida no corre peligro.

¿Os dan muchos quebraderos de cabeza los intoxicados en verano?

—Es un paciente más. En Ibiza hay un alto porcentaje. Suelen dar trabajo, dependiendo de las situaciones clínicas.

¿Qué le aporta su trabajo?

—Además de la parte asistencial, dedico mucho tiempo a la gestión. Me resulta muy gratificante ver cómo ha ido creciendo el 061 desde su puesta en marcha.

También colabora con la Unidad de Seguridad del Paciente con actividades con los colegios. ¿Se portan bien los niños?

—Es bonito verles cómo se le ilumina la cara cuando le pones la sirena, un monitor o le enseñas las cosas que llevas en la ambulancia. También vienen de institutos. El tema de formación me llena mucho.

DATOS

• Salmantino de nacimiento. Hizo la especialidad de Medicina de Familia en la Universidad de Salamanca.

• Reside en Ibiza desde 1999 al obtener una plaza en el 061. Fue uno de los médicos que puso en marcha el servicio de emergencias extrahospitalarias en las las Pitiusas y desde 2008 es coordinador médico del 061 en Ibiza y Formentera.