Es mediodía en Sant Antoni pero por el centro del pueblo apenas camina nadie. Solo el árbol del paseo de ses Fonts nos recuerda que estamos en Navidad. Ni rastro del trasiego y el bullicio de otras ciudades en estas fechas con motivo de las compras navideñas.
«No hay nadie en Sant Antoni, las calles están desierta y las ventas son mucho más flojas que otros años porque se ha ido mucha gente fuera», señala Paquita, dueña de una de las pocas tiendas de ropa que hay abiertas ahora, como mucho una quinta parte de las que abren en pleno verano. El problema, para Paquita, es que a la gente que vive en otros lugares le cuesta ir a Sant Antoni, sobre todo por las dificultades que hay para aparcar. «En Vila tienes la opción de dejar el coche en el aparcamiento de es Pratet aunque sea caro. Aquí los aparcamientos están más alejados», señala.
Pepita, empleada de la papelería MP3, en plena calle Ample, donde se concentran una buena parte de los comercios de Sant Antoni, lamenta la poca gente que se ve por las calles aunque cree que el problema, más que la falta de aparcamiento, es la mentalidad de la gente. «Estamos muy mal acostumbrados. Mucha gente si no aparca en la puerta del comercio decide no ir», afirma.
Sin embargo, en lo que coinciden buena parte de los dueños de los negocios es que este invierno hay muchos menos residentes en la isla que otros años. «Este verano ha ido bien, la gente ha ganado dinero y muchos se han ido de vacaciones», explica Marga, propietaria de una zapatería de la zona que, en invierno, hace ofertas para tratar de animar las ventas.
Capítulo aparte merece el mercado de Es Clot Marès, cuyo tenebroso aspecto es digno de una película de terror. En estos momentos solo hay abiertos tres puestos de los alrededor de un centenar que tenía en su origen. Nieves Costa regenta la única frutería del mercado después de que en febrero del año pasado cerraran una carnicería y una pescadería de toda la vida. «El día que cerraron me temblaban las piernas», explica Nieves, quien añade que, por suerte, tiene una clientela fiel tras 30 años en el mercado que le permiten mantener el único puesto abierto en la planta baja del mercado.
La pescadería Toni Frit se mantiene abierta en este mercado gracias a los pedidos que les hacen varios restaurantes, según comenta Juanjo Cardona. «Tenemos clientela fija y eso nos permite ir batallando. Mientras tengamos gente seguiremos aquí», explica.
Joan Ribas, presidente de la asociación de comerciantes de Sant Antoni, afirma que la delicada situación del mercado se debe a que es de propiedad privada y la gran mayoría de los locales no se han podido traspasar tras la jubilación de sus dueños. Además, tampoco se puede instalar un supermercado pese a su buena ubicación porque la calle es demasiado estrecha para que puedan entrar los camiones de reparto de mercancías.
Ribas admite las dificultades que tienen los comerciantes de Sant Antoni en invierno, no solo por la falta de gente sino también por lo dispersos que están unos de otros los locales en el pueblo. Por si fuera poco, las grandes superficies de la isla y las tiendas de Vila hacen el resto.
Sobre los problemas de aparcamiento, el presidente de los comerciantes considera que debe haber un mayor control del sistema rotatorio implantado por el Ayuntamiento de Sant Antoni para vigilar que los vehículos no superen las dos horas aparcados.