Joan Carles Rodríguez Tur presume de ser de Sant Miquel allá por donde va. | DANIEL ESPINOSA

A sus veintipocos años nuestro aspirante de esta semana, Joan Carles Rodríguez Tur, ya es uno de los habitantes más ilustres del pequeño pueblo de Sant Miquel. Tenor, estudiante de Derecho y de Música en Milán, este joven que se define «como un enamorado de Eivissa, una persona absorbida por la magia de la ópera y un depredador de actualidad», no desentonaría en ningún programa de debate de cualquier cadena nacional. Mientras y justo antes de que regrese a Italia, lo convertimos en Sardina Negra en la iglesia de su pueblo, donde además de hablar sobre sus azarosas primeras dos décadas de vida, nos da una lección de historia, nos explica su visión de la vida y la música y se atreve con nuestra prueba final. Una prueba de la que sólo les podemos adelantar que tiene que ver con la gastronomía navideña y la música.

—Gracias por traernos a su pueblo. Usted presume de ser de Sant Miquel por el mundo y sabe mucho de su historia. Por cierto, cuéntenos qué es esa piedra que hay a la entrada de la iglesia...

—Muchas gracias pero sólo lo que he leído y me han contado los mayores. Y si, esa piedra distinta al resto del pavimento del pórtico de la entrada es donde antes los vecinos disparaban con sus pistolas de perdigones para hacerse los bravos. Afortunadamente ya no se hace porque ahora sería un escándalo. (Risas)

—Pero no hace tanto de eso. Tal vez unos cincuenta o sesenta años. Es esa Ibiza menos moderna que también hay que cuidar para que no sea sepultada entre tanta modernidad...

—Por supuesto. Esa es la Ibiza de Sant Miquel. Esa Ibiza auténtica y que para mí, es la más bonita. Hasta los años sesenta los ibicencos venían hasta aquí por un camino sin asfaltar vestidos con sus trajes de feïna. Esto no se debería de olvidar para saber de donde venimos.

—Qué bien habla. Tenía ganas de entrevistarle, sin peloteo, porque es una de las personas más polifacéticas que he conocido. Tenor, estudiante en Milán de Derecho y Música, fundador de las Juventudes Socialistas de Sant Joan, ha hecho vela, kárate, tenis... y lo que se me olvidará. Y con sólo 21 años. ¿De dónde ha sacado tiempo para todo?

—(Risas). No tiene mucho secreto si se tiene la vida más o menos organizada. Además, tengo la ventaja de ser un tipo muy curioso al que cuando algo le gusta mucho lo convierte en una obsesión. Tal vez por ello, he tocado muchos campos.

—Pero usted ya apuntaba maneras a los 14 años. Pasó a la fama en Ibiza por hacer una pregunta al entonces presidente del Govern Francesc Antich...

—(Risas). Es verdad. Le hice una pregunta, digamos, incómoda en una conferencia en Ibiza y sorprendió tanto que un medio de comunicación local me entrevistó.

—¿Tan grave fue aquello?

—Pienso que no. Fue divertido. Mi padre, que era el Secretario General del PSOE en Sant Joan, me advirtió antes de entrar a la conferencia que no sacara los pies del tiesto porque me conocía. No le hice caso y al hacer la pregunta muchos pensaron que era él el que me había animado a hacerla para fastidiar a Antich.

—¿Empezó o acabó allí su carrera política?

—Nunca he tenido carrera política (Risas)

—Pero si que fundó las juventudes socialistas en Sant Joan. ¿No hay que tener muchos ‘bemoles’ para competir con Carraca siendo tan joven y él el segundo alcalde más votado de España?

—(Risas) No lo se. Tal vez sólo ganas de trabajar por tu municipio. A Carraca le admiro muchísimo aunque no comparta sus ideas políticas porque soy de izquierdas, y como creía que era necesaria la implantación de unas juventudes socialistas en el municipio decidí dar el salto. Luego, cuando me fui a estudiar a Barcelona lo dejé. Eso sí, junto a la oposición, que curiosamente era mi padre, sacamos alguna propuesta positiva para el municipio.

—¿La política necesita caras y programas nuevos?

—Sin duda. Hace falta una profunda renovación con ideas más cercanas a la población porque tras 40 años el sistema está anquilosado y hay que mejorarlo.

—¿Quién es su referente político?

—José Luis Rodríguez Zapatero. Es cierto que hizo cosas muy mal como no aceptar la crisis que teníamos encima y no dimitir cuando le impusieron medidas en las que no creía desde Europa pero le sigo admirando por otras muchas cosas.

—Cambiando de tema. Usted es un ejemplo tremendo de mestizaje en Ibiza. Padre gitano y madre ibicenca, Tur Tur. Una historia preciosa de amor...

—Pues sí.. La historia daría para una película. Imagínate, un gitano que llega a Ibiza y se enamora de una pagesa de Sant Miquel con un padre muy de derechas al que eso no le gustó nada. Pero al final, resumiendo rápidamente, lo más bonito es que los dos se convirtieron en una piña y se hicieron grandes amigos hasta el final. Un ejemplo del que yo, como no puede ser de otra manera, presumo mucho.

—¿Y cómo no le dio por el flamenco?

—(Risas). Quita quita. Estoy muy bien donde estoy, con la música clásica.

—¿Es cierto que su afición por la música le viene de Statuas de Sal?

—Sin duda. Cuando tenía siete u ocho años eran mi grupo preferido y guardaba las baquetas, las púas y los recortes de prensa donde aparecían. Luego, con 14 o 15 años se cruzó por medio la música clásica y como te he dicho antes, como soy obsesivo con lo que me gusta, no he parado desde entonces. (Risas)

—Entre sus profesores ha estado Joaquín Garli. ¿No se anima a presentarse a La Voz?

—Es verdad. Qué va. No soy de platós de televisión, me gustan más los escenarios y además Joaquín ya dejó el listón de Ibiza muy alto.

—Está estudiando en Milán. Es la ciudad más importante de Europa para hacerlo. Vaya lujo ¿no?

—Sí. Allí se palpa el respeto por la cultura y la ópera en cada rincón y está siendo una experiencia maravillosa. También estudio Derecho y aún me quedan dos meses que estoy dispuesto a exprimir a tope.

—¿Como se prepara un tenor? ¿No tiene pavor a que se le estropee la voz?

—Eso siempre. Por eso hay que tener cuidado y protegerse dentro de lo posible de las inclemencias meteorológicas y procurar hidratarse mucho. Yo suelo inhalar vapor de eucalipto quince minutos al día cuando tengo actuación, tomar té, limón, miel y cosas naturales. Y no salir de fiesta la noche anterior (Risas)

—Por cierto, muy buena la inocentada que gastó desde Milán. Nos la creímos muchos...

—(Risas) Se me fue de las manos. Anuncié el día de los Santos Inocentes que iba a debutar en la Scala de Milán en el papel principal de la ópera Norma de Bellini, Pollione, y claro, el móvil y el Facebook se me colapsó de mensajes de felicitación. Una pena pero sólo era una inocentada.

—¿Qué aria le dedicaría a Ibiza?

—Una de La Traviata de Giusseppe Verdi, en la que el padre del protagonista, Giorgio Germont, le habla a su hijo del mar, el sol, la sal o la vuelta a casa. Es muy romántica y muy espiritual y creo que le pegaría muy bien a Ibiza.

—¿Y a quien le cantaría los cuarenta?

—(Risas) A Mariano Rajoy. Creo que España necesita un cambio a nivel político y económico. Creo que es necesario un relevo.

—Además estudia Derecho. ¿No es muy distinto a la música?

—Sí. Pero me siento muy cómodo y me gusta mucho. El derecho es mi vocación y la música es mi pasión y aunque parezca una carrera muy aburrida y muy densa me encanta porque el Derecho es algo que está muy presente en nuestro día a día. Lo necesitamos para cualquier cosa.

—Cuando termine la carrera, ¿se habrán mejorado los juzgados de Ibiza?

—Esperemos ¿no? Es necesario un impulso para que todo funcione con fluidez y rapidez y también unos juzgados nuevos en Ibiza.

—Y mientras eso llega... siempre le quedará el mar. Me han dicho que le tira mucho...

—Y tanto. Viví dos meses en una caseta de pescadores, pescando en un llaüt y levantando redes a pulso. Eso es gimnasio y no el crossfit (Risas). Me encanta el mar y siempre lo llevo presente, con una pulsera, unos gemelos y un tatuaje.