La finca payesa de Can Tomeu, en el barrio de Ca n’Escandell, se llenó ayer de tradiciones desde primera hora de la mañana y a pesar del mal tiempo. «En el mes de enero nos podemos encontrar con un día así perfectamente. Además, si haces matanzas en un día soleado corres el riesgo de que vengan muchas moscas», dijo Carmen Boned, concejala de Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Ibiza. De esta manera, se pudo disfrutar de un día más «auténtico» además de solidario.

Y es que un grupo de cocineros se encargó de hacer el tradicional arròs de matances en beneficio de la asociación Magna Pityusa. «Este era uno de los actos por los que no queríamos cancelar la fiesta. Han venido todos los chicos de la Asociación y ellos son los protagonistas del día», contó Boned. Así, el cocinero Paco Marí organizó a sus compañeros para preparar arroz para 300 personas. «Hemos usado 45 kilos de arroz, 65 de carne y 120 litros de caldo», matizó.

A lo largo de la mañana, los asistentes pudieron ver in situ cómo se hace la sobrasada gracias a un taller de elaboración que no quisieron perderse ni los más pequeños. Es el caso de Miquel, quien a sus seis años se divirtió limpiando intestinos para llenar las sobrasadas y butifarras de carne de cerdo. Los limpiaba como si lo hubiese hecho toda la vida y no perdió en ningún momento la sonrisa. «Es fácil y todos pueden hacerlo», dijo. A su lado, varias personas estuvieron deshuesando y troceando esa carne que después rellenaría uno de los manjares más típicos de la isla.

El objetivo fue dar a conocer el método tradicional de preparación de la sobrasada y, además, los participantes pudieron llevarse la suya a casa. Lo mismo hicieron con los talleres de elaboración de orelletes y de pan. «Hemos hecho panecillos pequeños porque si no no daba tiempo a hornearlo todo porque ha venido bastante gente», explicó Lina Colomar, monitora de la escuela de tiempo libre S’Espurna. Unos talleres que tuvieron gran éxito y a los que acudió gente de todas las edades. «Hemos tenido a más gente mayor que pequeña y es algo muy bonito porque les hace recordar cosas de su pasado; incluso hay quien me ha preguntado por los ingredientes que había puesto a la masa del pan para comparar con el que hacían antes», añadió.

Al mismo tiempo se celebró un taller de flauta y de ball pagès por parte de la Colla de Vila «para enseñar la tradición a los más pequeños», dijo Carmen Boned. «Parece que este tipo de tradiciones solo son para los mayores y no es así. Además aquí vienen vestidos de calle y participa quien quiere».

Aunque se tuvieron que cancelar algunas actividades, como la gymkana payesa, nadie duda de que los asistentes se empaparon, literalmente, de las tradiciones de la isla.