Miguel Cerdá lleva un año como presidente de la Asociación de vecinos de Sa Capelleta. | I. S.

La Asociación de vecinos de Sa Capelleta cuenta con cerca de 160 socios y está presidida desde hace un año por Miguel Cerdá, que lleva viviendo en el barrio desde hace 50 años. Lamenta que la zona haya «envejecido» y señala la falta de limpieza como el principal problema del barrio.

— ¿Cuándo se creó la asociación y con qué motivo?

— Se creó sobre el año 80 para encauzar y organizar un poco el barrio. Lo que ocurre es que en los años 90 decayó un poco y casi desapareció y después en el año 2000 volvió a renacer.

— ¿Qué zona de Ibiza abarca la asociación?

— La asociación abarcaba hasta hace dos o tres años desde la avenida España hasta el Observatorio, pero luego se creó la asociación de es Molins y nosotros hemos quedado desde avenida España hasta vía Romano y de Vara de Rey hasta la esquina de la Cruz Roja, más o menos.

— ¿Cuáles son las principales necesidades del barrio?

— Ahora mismo es la limpieza. Hemos conseguido que podaran los árboles porque las farolas no se veían y no había luz. Llegó hasta tal extremo que el año pasado cuando se puso la decoración de Navidad pensábamos que solo había luces en la entrada y en el resto de la calle no había porque no se veían. Ahora estamos intentando que quiten los árboles que molestan. Así como este año nos han hecho algo de caso con la podada a ver si ahora también quitan algunos que molestan, porque son aceras muy estrechas y algunos se meten incluso dentro de las casas y es un problema.

— Respecto a la iluminación hubo quejas de vecinos y comerciantes, ¿se consiguió solucionar?

— Lo pedimos el año pasado que arreglaran las jardineras y podaran los árboles y lo hemos conseguido este año, así que ya está solucionado.

— ¿Qué problemas de limpieza hay en el barrio?

— Si vas por las calles Vía Púnica y Vía Romana verás que está hecho una porquería. Creo que es un problema de organización porque vienen máquinas y mangueras, pero no hay barrendero y el que limpia de verdad es el barrendero en el día a día. Viene a las 9 de la mañana, hace una pasada, pero si no pones más gente al cabo de un rato vuelve a estar sucio, porque la gente también es sucia. Si es necesario que pongan sanciones como se hace en otros sitios de España, donde al cabo de unos meses casi puedes comer en el suelo. Aquí parece que las sanciones no caen muy bien pero a la gente hay que advertirla de alguna manera.

— Desde que entró la nueva contrata de limpieza, ¿no han notado cambios?

— No, no. Además tenemos el problema de los contenedores que se han puesto en líneas de cinco y quizá va muy bien para los que trabajan pero va muy mal para la gente porque es un foco de suciedad. Tiene que haber contenedores y más incluso, pero redistribuidos.

— ¿Reclaman alguna actuación para mejorar el barrio?

— Solo pedimos mantenimiento. Este barrio hace unos 50 años era el barrio floreciente de la ciudad pero como tenemos la necrópolis no podía crecer hacia allí y se ha quedado un poco agobiante porque son calles estrechas pero hay una gran concentración de viviendas. Hay edificios de 30 o 40 viviendas y hace que haya un agobio en cuanto a circulación, situación o de limpieza. Sabemos que es un problema endémico que no podemos solucionar.

— ¿Cómo ha cambiado el barrio desde entonces a ahora?

— Hace 50 años que estoy aquí y ha cambiado, entre comillas, para mal, en el sentido de que la población ha envejecido mucho. Nuestros hijos que eran los niños de antes han crecido y se han ido a vivir a otras zonas porque aquí no había sitio y los únicos niños que dan vida son los que vienen al colegio o la academia, pero no se quedan. Vivo en un edifico con 42 viviendas y antes cada vivienda tenía por lo menos dos niños y ahora solo hay tres o cuatro niños en toda la escalera. El problema de este barrio es que ha envejecido. También se ha activado un poco la parte comercial que había decaído. A partir de los 70 empezó a decaer, pero en los últimos diez años se ha reactivado. Hay comercios que han dado más alegría y los que había se han renovado.

— ¿Se sienten atendidos por las administraciones?

— Sí, nos atienden. Nos gustaría que nos atendieran mucho más pero somos conscientes de que no siempre pueden hacer lo que queremos. Hay buena relación con el Ayuntamiento y tenemos un concejal de barrio, Joan Ribas, que en cuanto tenemos un problema descolgamos el teléfono e intenta solucionarlo. Hay muy buena comunicación, pero también damos la lata y ahora ya nos estamos preparando para insistir en las cosas que queremos. Lo principal es la limpieza y el mantenimiento del barrio.

— ¿Qué actividades organizan desde la asociación?

— Hacemos un curso de pintura al óleo, yoga, teatro y baile de salón. Tenemos un horno y anteriormente hacíamos cerámica, pero se ha dejado de hacer por falta de gente. Las fiestas que hacemos durante el año es la de Halloween y la de personas mayores. Por otra parte, el año pasado iniciamos una actividad cultural con un ciclo de conferencias y también celebramos nuestra fiesta mayor que es la de Sant Cristòbal, con la fiesta del agua, que dura dos o tres días. Antes también hacíamos las famosas tortillas para Dijous llarder, que llegamos a hacer 2.500 raciones, pero ya no las hacemos porque los socios ya tenemos una edad. También participábamos en la Rúa de Carnaval pero por la edad tampoco hay ambiente ahora para organizarla.

OBJETIVO

Recuperar su participación en la Rúa de Carnaval

Miguel Cerdá señala que uno de los problemas de la Asociación de vecinos de Sa Capelleta es que la mayoría de socios ya son muy mayores, lo que les ha obligado a dejar de hacer algunas actividades tradicionales de la agrupación como las tortillas para Dijous llarder o la carroza para la Rúa de Carnaval. Según recuerda, siempre tenían una comparsa «muy bien elaborada» y participaban unas 200 personas. «Era muy vistoso y ganamos durante tres o cuatro años», destaca Cerdá, que reconoce que ya hablan de «reactivar» esta actividad de cara al año que viene «aunque será algo mucho más sencillo de lo que hacíamos antes». «La última en la que participamos fue hace tres años, pero tenemos ganas de volver a hacer algo».