Manuel Ferrer. | Joan J. Serra

Manuel Ferrer fue el primer conseller d’Educació de Balears con ejercicio de competencias plenas. Lo recuerda como un reto inédito por la importancia de la materia y la cantidad de funcionarios a asumir.

¿Cuánto tiempo fue conseller d’Educació?

—Desde 1997, unos meses antes del traspaso efectivo, hasta 1999. En esa legislatura ya había sido conseller de Funció Pública y secretario general de la Conselleria d’Hisenda, dos departamentos clave en la negociación y asunción de las competencias.

¿Cuándo le dijeron que debía encargarse de recibir las competencias?

—Cuando era conseller de Funció Pública ya se habían iniciado las negociaciones. Y cuando me ofrecieron Educació, ya fue con el objetivo de la transferencia.

¿Cómo fueron las relaciones con la ministra, Esperanza Aguirre ?

—Muy buenas y cordiales.

¿Cuáles fueron los principales problemas burocráticos y administrativos?

—Era un reto inédito por la importancia de la materia y por la cantidad de funcionarios, unos 9.000 si no recuerdo mal, a asumir de un día para otro, literalmente. El pago de las nóminas ya era un gran reto, pero los funcionarios de la Conselleria hicieron un gran trabajo. Otras comunidades tuvieron grandes problemas.

¿Hubo discusiones por la dotación económica?

—En este tipo de negociaciones siempre hay discusiones y tensiones. Cada parte quiere un acuerdo lo más beneficioso posible.

Siempre se ha dicho que esa transferencia vino mal dotada económicamente.

—Aún me sorprende que se diga eso. Es un engaño o no se ajusta a la realidad. Se partió del gasto real, de un coste fijado, y, gracias a la negociación, se consiguió más dinero del que el Estado gastaba.

¿Cómo valora la experiencia de la transferencia y la gestión?

—Muy positiva. Creo que fue un ejemplo de negociación y diálogo. Estoy especialmente satisfecho del impulso a la FP y de la mejora de la Educación Especial.

¿Cuáles eran los principales problemas ?

—La mejora de las infraestructuras, atender las reivindicaciones laborales e implantar un nuevo modelo educativo. Se mejoraron mucho los sueldos de los docentes. Los sindicatos se mostraron mucho más combativos de lo que lo fueron nunca con el Estado. Creo que, pasados los años, ahora es necesario situar al alumno en el centro del sistema, que éste se adapte al alumno y no al revés. Así no perderíamos una ingente cantidad de talento por no encajar en el sistema.